Un acuerdo

Por Leonardo Sánchez

Ojala que no ocurra, con la negociación que se están empeñando en llevar a cabo con Odebrecht, sin razones aparentes, lo ocurrido con Shylock, el prestamista judío en El Mercader de Venecia que, por negociar sin cobrar intereses de un préstamo a Bassanio, y por tratar de vencer a Antonio, un viejo contrincante en las lides usurarias que hacia préstamos sin intereses, le puso a éste como condición que  si Bassanio no pagaba a tiempo podría tomar una libra de carne del cuerpo del garante, terminando por admitir, ante el Duque de Venecia como juez, su imposibilidad de tomar la libra de carne sin derramar la sangre de Antonio, teniendo que renunciar a la carne y también a la oferta de recibir el doble de lo prestado, porque según la ley expresada por un joven abogado presente en estrado, por haber rechazado la oferta inicial y fallar en cobrar lo que deseaba, al final se quedaba sin nada.

El gobierno dominicano se siente, de alguna manera que se entiende poco, como si estuviera obligado a concertar un acuerdo con la empresa extranjera Odebrecht.

Y verdaderamente no hay razones visibles, técnicas ni comerciales ni legales, para que sea el estado el promotor de tal acuerdo que da rienda suelta a una empresa delincuente y sujeto de varias acusaciones judiciales en varios países, menos aquí.

Dejando solo la opción de que sea el infractor el proponente de este otro negocio, permitiendo que asome la cabeza la posibilidad de otra estafa sobre los sobornos.

Porque, contrario a las actuaciones de las autoridades de otros países, que han tomado diversas medidas legales y restrictivas contra la empresa confesa sobornadora, en la erredé ni fu ni fa, y más fa que fu.

Porque, la percepción generalizada es que aquí hay autoridades que parecen obligadas a negociar un acuerdo con los corruptos brasileños para protegerse a sí mismas o a algunas vacas impunes con aspiraciones sacras.

¡Como si fuera un bollo de corrupto a corrupto!

Porque después que el juez, don José Alejandro Vargas, emitió su dictamen, rechazando el acuerdo de marras por improcedente, se siente que el procurador va a insistir en realizar el acuerdo con los abogados de Odebrecht.

O sea, “el mismo policía con diferente macana”.

Y la gente se pregunta, ¿Por qué?

¡Y son muchos por qué!

¿Por qué se sigue intentando negociar un acuerdo? ¿Por qué no se somete a la justicia al sobornador confeso? ¿Por qué otros países sí han podido demandar y suspender a esa empresa? ¿Por qué aquí se le sigue pagando cubicaciones cuando en otros países han suspendido todos los pagos a esa empresa? ¿Por qué en otros países han sometido a funcionarios ya identificados y aquí ni lo uno ni lo otro? ¿Por qué no se habla de las sobrevaluaciones de obras? ¿Por qué tantos rodeos? ¿Por qué aquí se sigue aparentando que no saben quiénes son los sobornados?

También los profanos se preguntan, ¿tenía el procurador un poder de la presidencia para realizar esa negociación? Porque la negociación sí se hizo; solo que el juez la ha devuelto, pero existe y ya se habla de modificarla para dirigirla por otra vía.

No olvidemos el lío que se armó cuando un funcionario hizo una negociación con la Sun Land en nombre del estado y terminó la Suprema Corte de Justicia admitiendo que se había violado la constitución, evitando un empeachment por una cagada jurídica embarrada de política.

¡Porque no había tal poder del presidente de turno!

¿Por eso no se quiere investigar en este país?

Es como alguien que no quiere llegar a algún lado y toma el camino más largo para ver si por el camino pasa algo. Porque, para llegar a las últimas consecuencias, hay que tomar un camino directo y expedito.

Se siente desde afuera como si existiera una “línea” de que hay que negociar con Odebrecht por alguna razón que se escapa a los que están fuera del círculo de implicados directa o indirectamente.

Un zoológico sagrado e impune.

¿Es que tienen que negociar por alguna razón que se desconoce? ¿Qué es lo que sabe Odebrecht que obliga a negociar?

¿Quiénes son los implicados que, contra toda lógica jurídica o mundana, hay que negociar?

¿Quién es tan importante que el gobierno tiene que negociar para que no se conozcan sus hechos?

¡Porque no hay dudas de que hay personas “importantes” implicadas en el cohecho de los sobornos!

Y no solo vacas sagradas que no van a caer, aunque las últimas consecuencias sean las que caigan con el acuerdo que impulsa el gobierno que tiene miedo de caer.

Porque Odebrecht, es quien en caiga quien caiga, pero parece que el gobierno no quiere que quien caiga, aunque caiga él.