Por Ing. Teodoro Tejada
Cuando hablamos de modernidad y desarrollo de la República Dominicana, es fácil relacionar la figura de Leonel Antonio Fernandez Reyna a la misma, pues en sus gobiernos se concentró justamente en estos dos grandes pilares.
A nuestro juicio, Leonel Fernández es el más grande líder dominicano de los últimos 100 años. Hombre de grandes dotes de una reconocida inteligencia. Indiscutiblemente un fino intelectual, poseedor de una sublime elocuencia que lo cataloga como uno de los mejores oradores del país. Su vasta capacidad de consagrado amante de la lectura, le permite también, ser diestro en la profundidad del discurso improvisado.
El presidente Fernández desde el inicio de su primer mandato constitucional, dio muestras evidentes de ser un gran estadista, pues aún, con un minúsculo apoyo congresual, debido a que su Partido de la Liberación Dominicana en ese entonces, contaba con una matrícula de 13 Diputados y un Senador, emprendió un ambicioso programa de modernización del Estado y de las Instituciones Públicas con la implementación de atinadas reformas y el 24 de junio de 1997 promulgó la ley 141-97, Ley General de Reformas de la Empresa Pública, una de las medidas más correctas a favor del pueblo dominicano , ya que las empresas públicas, se habían convertido en patrimonios personales de quienes las dirigían.
Con el ahorro obtenido de las empresas reformadas, se realizaron inversiones en proyectos sociales de desarrollo sostenible, que todavía en estos tiempos siguen dando sus frutos a través de la Ley No. 124-01 del FONPER.
En este primer cuatrienio 1996-2000, el país pasó de un Estado de arrabalización a un Estado posmoderno, y es que, el caos y el desorden institucional se presentaba a todos los niveles. Prácticamente, vivíamos en un Estado pre moderno.
Para citar algunos de los graves problemas, bastaría recordar el desorden imperante en el pago de los impuestos de las direcciones de Impuestos Sobre la Renta y Rentas Internas, donde no solo las filas eran interminables para realizar las contribuciones, sino que los buscones convertían esto en una anarquía, ya que las mafias operaban desde adentro en deshonesta alianza con éstos, donde gran parte de los pagos que realizaban los contribuyentes, iban a para a las manos de desaprensivos funcionarios de estas entidades.
Luego, con la modernización del Estado Dominicano, las dos instituciones recaudadoras, arriba mencionadas, se fusionaron en una sola con el nombre de Dirección General de Impuestos Internos.
La misma desorganización ocurría en el infernal proceso de obtención de la licencia de conducir, el pago del impuesto de las placas de vehículos de motor, sacar o renovar el pasaporte, la cédula de identidad o cualquier certificación oficial, entre otros documentos.
Igualmente, el sagrado servicio de la justicia era un mercado, por lo que los primeros pasos para la reforma y modernización de la justicia fue la reconstrucción y reparación del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva y del viejo edificio de la Suprema Corte de Justicia en el Centro de los Héroes, así como también, la adecuación de los locales de los tribunales provinciales y la construcción de un nuevo y moderno edificio para la Suprema Corte de Justicia.
La República Dominicana prácticamente estaba aislada en el aspecto de política exterior, por lo que desde la primera gestión de gobierno, el presidente Fernández estableció un nuevo enfoque de política internacional , y en septiembre del año 1996 asistió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cónclave donde los presidentes dominicanos solo habían asistido en cuatro ocasiones en los 51 años que tiene de fundada la ONU, y con este acontecimiento el presidente Fernández le abrió las puertas del país al mundo, asistiendo varias veces a convenciones internacionales, lo que le sirvió a la nación para lanzarla en el plano Internacional, acorde con la nueva e importante etapa de globalización, en la que predomina la era de la tecnología y el conocimiento.
La economía dominicana gozó de una tasa de crecimiento promedio de siete por ciento, considerado el más alto de América Latina en ese período.
La democracia floreció en este primer mandato y en 1998 el gobierno dió inicio a un diálogo nacional con todos los sectores sociales, económicos, profesionales, sindicales y gremiales allí representados. Con el diálogo se obtuvo un gran éxito y muchas de las propuestas planteadas fueron realizadas por el presidente Fernández. Ejemplo de ello, fue el aumento general de salarios y sueldos justos para los profesores, guardias y policías, acompañado de una real y fructífera estabilidad cambiaria, que solamente se logra con la confianza que brindan los grandes líderes estadistas.
En materia de infraestructuras, el mandatario ordenó la remodelación general del palacio presidencial que estaba abandonado y descuidado, devolviéndole su majestuoso esplendor.
Se dio paso al más moderno plan de construcción de túneles, elevados, pasos a desnivel y la automatización de las estaciones de peajes en las principales carreteras de la República. Comenzó y concluyó el más amplio plan de construcción de carreteras, calles, aceras y contenes en todo el territorio nacional, así como el más ambicioso y abarcador programa de asfaltado en toda la geografía nacional.
La primada Universidad Autónoma de Santo Domingo vivió unos de sus momentos estelares de apoyo de un gobernante hacia esa casa de altos estudios. El Presidente Fernández ordenó y realizó grandes construcciones, como la moderna Biblioteca Central, la construcción del edificio de la Facultad de Artes y la remodelación de varias facultades.
De igual manera, autorizó y ejecutó una asignación mensual de 10 millones, adicional a lo previsto en su presupuesto anual de la UASD.
La Educación Nacional fue una de las prioridades donde más empeño puso el presidente Fernández, construyendo cientos de planteles escolares y miles de aulas, distribuyendo computadoras en las escuelas, así como estableciendo el desayuno escolar.
En materia de salud, llevó a cabo el más ambicioso plan de reparación y construcción de centros asistenciales públicos, remodelando la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, los hospitales Padre Bellini y Moscoso Puello, entre otros a nivel nacional, dotándolos de modernos equipos hospitalarios.
En materia de agua potable, construyo varios acueductos provinciales y municipales. Donde hay que señalar el diseño y presupuesto del Acueducto de la Línea Noroeste, que no lo pudo iniciar en este periodo de gobierno por mezquindad del congreso controlado por el PRD, hoy PRM, que no aprobó el préstamo. No obstante inauguro el Contraembalse de la Presa de Mención el 28 de mayo del 1998, esta presa es la que suple al acueducto de la línea Noroeste, el costo total de la presa incluyendo el Contraembalse ascendió a RD$ 3, 612,304,500, un dato relevante es que el 89% correspondió a recursos propios del Gobierno Central.
En la agricultura recapitalizo en Banco Agrícola, incrementando el crédito a los agricultores y de ahí la gran producción nacional.
Emprendió la más grande política pública de Reforestación con el Plan Quisqueya Verde.
El Presidente Dr. Leonel Fernández Reyna, fue en este primer periodo y en los sucesivos mandatos suyos al frente de las riendas del Estado como el Renacimiento en la edad media de Europa, que fue una profunda transformación en el cambio de la vida política, cultural, social, económica, literaria y artística de los países europeos.
El presidente Leonel Fernández está presente en nuestras vidas, en nuestro sentir, en nuestro latir, por los grandes aportes que ha realizado en bienestar del desarrollo de nuestra nación. Las posibilidades de que siga aportando al país están dadas, pues nada impide de que en un futuro pueda volver a dirigir los destinos de la Patria.