Por Kelvin Peralta Madera
Este 27 de febrero presenciamos una rendición de cuentas muy especial por parte del Presidente de la República. Como cada año y por mandato Constitucional el Primer Mandatario rinde informe de sugestión ante la Asamblea Nacional; esta vez, todas las expectativas del pueblo estaban centradas y esperanzadas en una postura y respuesta firme de parte del Presidente respecto a los actos de corrupción, particularmente el caso Odebretch. Cualquier otro tema pasaba a segundo plano, y eso él lo sabía.
De manera magistral y para mantener la audiencia hasta el final inició su “discurso” diciendo que se pronunciaría con relación al caso Odebretch, pero que lo haría al final luego de rendir su informe. Y así, mantuvo a la sociedad en atención por dos horas y algo, probablemente este haya sido uno de los informes de rendición de cuentas con mayor retención de audiencia en la Historia de la República.
El informe (que en resumen se convirtió en un discurso) trajo consigo en su mayor parte más de lo mismo, esas cosas que supuestamente hemos logrado: crecimiento económico cada vez mayor, que la pobreza se redujo; en fin, estos y los mismos pronunciamientos de supuestas realidades que por el día a día que vivimos los dominicanos y dominicanas son difíciles de asimilar o de creer; el relleno de un sándwich que al fin y al cabo termina siendo el cumplimiento de un requisito, una formalidad. Y como siempre, en el informe faltaron puntos esenciales como el del endeudamiento, la crisis económica, el financiamiento desmedido; en fin, todas esas cosas que nos tienen como Nación colgando de un hilo en el aspecto económico y viviendo de préstamo en préstamo para cada paso que damos; una deuda pública impagable y escándalos de corrupción sin perseguir que dejan mucho que pensar y desear.
Como aspecto positivo, cabe puntualizar la medida de aumentar los sueldos de los cuerpos Castrenses, Policía y Militares; era justo, aunque sabiendo como son las cosas por aquí, hasta que no se haga efectiva dicha medida, simplemente sigue siendo parte de un discurso o promesa.
Y entonces llegó la parte final donde el Presidente, identificado con la sociedad civil, entre lauros y felicitaciones a la misma nos trajo la figura de “las vacas sagradas”. De pronto nos dio la impresión de que el Presidente también había firmado el libro verde o que iba a marchar ahora en marzo por el fin de la impunidad. Con esta empatía singular, reiteró el formato de discursos viejos, desempolvando el término o mención de esa figura estandarte de la impunidad, de lo intocable, de lo permisivo que representan “las vacas sagradas” y dijo que en su Gobierno no habían. Lo delicado del tema es que el asunto no es de pronunciamientos, se trata de actuar, de sancionar, de perseguir, de someter a la justicia a los funcionarios corruptos y es en este aspecto donde el Gobierno y el Presidente tienen el mayor de los retos y donde a la vista de todos han sacado las peores calificaciones. El Presidente Medina nueva vez ha prometido perseguir la corrupción pública y ha dicho que se procederá “caiga quien caiga”; esperamos que esta vez cumpla y que el país se encamine hacia el fin de la impunidad de una vez y por todas.
Y finalizando con los animalitos en metáfora, dijo el Presidente que en su Gobierno no habían “Vacas Sagradas”; sin embargo, no se pronunció sobre los “Chivos sin Ley” ¿y usted qué opina?