Por: Lic. Yenifer Gil
A propósito de los reclamos de algunos sectores o gremios como son los maestros o los tan reincidentes profesores de la UASD he venido cuestionando algunas de las prácticas que utilizan para lograr sus objetivos. No está mal que los ciudadanos reclamen, incluso nuestra constitución establece la facultad para hacerlo de manera pacífica. Ahora bien, ¿Es correcto que las protestas y necesidades de un grupo afecten los intereses de la colectividad?
¿Es justo y sano las paralizaciones de labores que se hacen para lograr beneficios económicos? Entiendo que no. ¿Es que no existen en nuestro país otros mecanismos para llegar a acuerdos que no sea a través de las huelgas? Pues estas llevan a generar atrasos, a incentivar la vagancia y el descontento entre los estudiantes que si quieren estudiar y no pueden, retrasando su formación y el tiempo en que deberían terminar sus carreras.
Qué forma de presionar la de muchos sindicatos y asociaciones. Honestamente, no comparto esas formas en las que unos ganan y otros pierden. O, ¿es que acaso no tienen el mismo derecho los pobres de asistir a sus clases regularmente? ¿Dónde queda el derecho de esos aproximadamente 190,000 estudiantes que están siendo afectados por la falta de docencia?
Las demás necesidades que tiene la facultad, ¿no son prioritarias?, ¿es así como pretendemos formar buenos profesionales? No estoy diciendo que los docentes y el personal administrativo no merezcan un aumento salarial, todos quisiéramos uno, pero para nadie es un secreto que la UASD paga la tarifa universitaria más alta del país. Por tanto, veamos más allá de nuestro propio interés, hay que buscar soluciones no generar más problemas.
A los que apoyan las huelgas, a los que están convencidos de tener la razón, a los que entienden que merecen más, les recuerdo la tan sonada frase del mexicano Benito Juárez: “El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz”