Nadal reventó a Zverev: el presente sigue siendo suyo

Rafa Nadal gritó en Melbourne que quiere seguir siendo dueño del presente. Que todavía no ha llegado el momento de entregar el testigo. Escuchó el rugido muy cerca, al otro lado de la red, Alexander Zverev, el nuevo prodigio del tenis de sólo 19 años al que acabó reventando en cinco sets: 4-6, 6-3, 6-7 (5), 6-3 y 6-2 en 4h:05.

En la Rod Laver Arena se disputaba un partido que daba un pasaporte a octavos de final y que podía anticipar el futuro. Zverev, 24º ya de la ATP y líder de la ‘NextGen’, era la gran piedra de toque para calibrar el estado de Nadal, que jugó brillante frente a Florian Mayer y Marcos Baghdatis, pero sin ser rivales que pudieran dar la medida de su nivel real. El alemán, un tenista de 1,98 m. que domina todos los golpes, luce un revés como un bisturí y, sobre todo, tiene la mentalidad de un campeón. Sí era el test definitivo. Y el español lo superó con su sello: ‘morir antes de rendirse’. Nadal ha recuperado su identidad.

Zverev, señalado por Nadal como «futuro número y ganador de Grand Slam» terminó acalambrado. Roto. En el quinto set, el de Manacor comenzó rompiendo su saque. Y fue capaz de recuperarlo. Pero en el quinto juego, Nadal sacó el mazo. Llevó al espigado teutón a un intercambio brutal de 37 golpes que se adjudicó y acabó fundiendo por fin los plomos y la resistencia del número 24 del mundo. Tuvo que pedir asistencia tras ceder el servicio. Todo había acabado en ese quinto set que, como un asalto final en un campeonato del mundo o el muro de la maratón, sólo es apto para mentes y cuerpos de hierro. Nadal ha jugado 26 en su toda su carrera y ha ganado 18. Era el sexto para Zverev.

El físico de Nadal se ha liberado de la tortura de las lesiones. Y eso le permitió llegar con fuelle al tramo decisivo. Antes, fue capaz de superar el haber perdido el tie-break del tercer set que colocaba a Zverev 2-1. Consiguió 11 aces (el saque funciona en Melbourne), 43 winners y supo leer el partido. Cuando le fue mal, por momentos se fue a la red y o a restar «siete metros por detrás». Tuvo recursos, piernas, pulmones, fortaleza mental («acepté los momentos de nervios») y rabia. Quiere ser protagonista del presente. El futuro tendrá que esperar.

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