Rafa Nadal tiene un plan. Y en los dos partidos que ha jugado en el Abierto de Australia no se ha salido del guión. Serio, con la ambición inyectada en la mirada, liquidó a Marcos Baghdatis en tres sets, con más intensidad a la vez que se sucedían los juegos: 6-3, 6-1 y 6-3 en 2h:12. El sábado afrontará el reto de frenar a otro tenista henchido de codicia, Alexander Zverev, que derrotó a Francis Tiafoe por 6-2, 6-3 y 6-4. El alemán de 19 años es la bandera de la ‘NextGen’, el grupo de jóvenes jugadores que la ATP promociona hasta la saciedad y en el que debe estar el relevo de, entre otros, Nadal. Pero el campeón de 14 ‘grandes’ no está aún por la labor de entregar el testigo.
Pasada la medianoche en Melbourne, Nadal puso fin a un día largo y favorable a sus intereses. Unas horas antes, Novak Djokovic había claudicado en cinco sets frente al sorprendente Denis Istomin (117º) por 7-6 (8), 5-7, 2-6, 7-6 (5) y 6-4 en 4h:48. Con la bofetada del uzbeko, dejó de aspirar al séptimo título en Melbourne, que le hubiera hecho desempatar con la leyenda Roy Emerson. Perdió 1.955 puntos, lo que puede hacer que Andy Murray (fue finalista en 2016) refuerce su número uno de seguir avanzando y quedó borrado del camino de Nadal. Todo apuntaba a una semifinal entre ellos. Ahora, en el horizonte del de Manacor aparecen Zverev y, previsiblemente, Gael Monfils (6º) en octavos y Milos Raonic (3º) en cuartos.
Eso si no lo impiden Roberto Bautista (6-2, 6-3 y 6-3 a Nishioka) y David Ferrer (2-6, 6-4, 6-4 y 6-2 a Escobedo), que se disputarán un puesto en octavos. También Pablo Carreño (6-2, 6-4 y 6-2 a Edmund), que se medirá a Istomin. Todos avanzan por el mismo lado del cuadro.
El plan que trazó Nadal en Manacor durante la larga pretemporada, libre ya de hipotecas físicas (muñeca, rodillas…) pasa por recuperar el drive y blindar su saque. Por la agresividad y la intensidad. Si el primer día frente a Florian Mayer acabó con 39 winners (27 despedidos desde su drive), contra el chipriota dejó su cuenta en 32 (19 con su mejor golpe). El de Limassol, un año mayor que Nadal y ahora 36 del mundo, vivió su momento de gloria en 2006, cuando llegó a la final contra Federer. Sigue teniendo la mano pesada. Pero no lo suficiente para comprometer a esta versión de Nadal, que al saque colocó un 80% de primeros servicios, ganando el 72% de primeros saques y el 66% de segundos. Un martillo.
En la primera manga, Baghdatis fue capaz de alargar el desenlace al lograr break cuando Rafa sacaba para llevársela. Pero fue de las pocas concesiones del español. Con intensidad, en la segunda pasó el rodillo. Y en la tercera le bastó otra rotura. El resultado podría indicar que fue un partido fácil, pero en realidad tuvo aristas y dureza. Baghdatis estaba dispuesto a aprovechar cualquier grieta y Nadal no la enseñó. El sábado, el futuro Zverev se mide a la leyenda Nadal. Una leyenda con ganas de seguir aumentando su cuenta.