Por Kelvin Peralta Madera
La Empresa Odebrecht se ha convertido en un punto de referencia negativo y todo un reto para los Gobiernos de los países donde se ha establecido; ella es todo un muestrario Macro de una de las aristas de corrupción del Estado en lo que tiene que ver con contratación de obras públicas. Su confesión forzada respecto a su forma de operar para conseguir las contratas de mega construcciones no hacen otra cosa que exponer a plena luz del día, al desnudo, la cultura enraizada de nuestros países de Latinoamérica permeados de malas costumbres de corruptela generalizada de antaño. Y entre nosotros, aplatanando y comenzando con el nombre, nos surge una pregunta interesante aplicada esta vez a lo micro o pequeño y ya no diremos Odebrecht, sino, bien pronunciado en dominicano diremos: “Odebré” ¿Existen entre nosotros las Odebré Dominicanas?
Imaginamos que dada la brecha revelada, es posible que exista también el mismo escenario pero para pequeñas empresas, pequeñas en comparación, pero que conservan igual “modus operandi” en el que las sobre valuaciones de terrenos y materiales están a la orden del día; sobornos para conseguir el contrato y para preservarlo una larga fila de comisionistas, lobistas y busca vidas que en conjunto nadie ha podido contabilizar. Una estructura real que nadie puede alegar como inexistente.
Y en vista de que la Ley de Contrataciones del Estado con el caso Odebrecht evidentemente tiene sus “huecos” o “troneras” nos lleva a reflexión y a cuestionarnos respecto a las contratas de pequeñas construcciones con el Estado, entre ellas: escuelas, puentecitos y otras cositas de cientos de millones de pesos y no de dólares que nos hacen llegar a la conclusión de que si se pudo a la grande con Odebrecht, el volumen de renglón de los chiquitos también está en el menú.
El accionar de Odebrecht y otras Empresas Internacionalmente cuestionadas ha tenido sus frutos porque han estado siempre protegidas bajo la sombrilla de instituciones de administración judicial frágiles y miopes por voluntad o limitadas en su proceder ya que eso del Imperio de la Ley al final no es buena formula en vista de que significa perseguir el crimen y como consecuencia el “tranque” o sometimiento a la justicia a más de uno o una, tal y como hemos visto recientemente en Brasil, Colombia y Perú por citar países que han decidido que la Justicia desempeñe realmente su papel y han comenzado investigaciones y procesamientos aún de aquellos que son o fueron sus primeros mandatarios o funcionarios de alta investidura.
Dice el refrán: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Entonces vale preguntar: gracias al caso Odebrecht ¿tendremos como desenlace el final de la impunidad por corrupción de funcionarios del Estado entre nosotros?
Otros países han comenzado. Nosotros podemos también.