Vamos a ser ingenuos

Por Leonardo Sanchez

Mientras en todos los países del mundo, donde la empresa brasileña Odebrecht firmó contratos para construcción de obras de infraestructura, se han iniciado acciones drásticas y contundentes para determinar responsabilidades en los sobornos confesados por los ejecutivos de la empresa, y en nuestro país, todavía no se han enterado que el caso está investigado por el FBI y se ha sancionado a la empresa, que ha confesado y comenzado a pagar las sanciones impuestas y, al mismo tiempo, la mayoría de los países involucrados también están demandando resarcimientos económicos a Odebrecht.

En esos otros países, se han allanado oficinas de la empresa; se han cancelado contratos, han iniciado demandas económicas, se ha apresado a funcionarios envueltos en la firma de los contratos y grandes sobornos, mientras en la RD las autoridades a quienes correspondería actuar con diligencia, se muestran tímidas o reacias a tomar cualquier acción directa.

Y, cuando los medios liberales y las redes sociales rugen dando detalles y resaltando la extraña parálisis en nuestro país, sobre todo de la Procuraduría General De la República, entonces, esa dependencia oficial, ha comenzado exigiendo la entrega de los contratos firmados con Odebrecht a los ministerios y direcciones generales que los tienen archivados.

Y, para intentar ponerle algo de carácter y dar la apariencia de “firmeza”, ha otorgado un plazo perentorio para la entrega de los contratos de marras.

Parecería, que el PGR entiende que en los contratos va a encontrar evidencias de los sobornos; que los firmantes iban a ser tan transparentes e ingenuos a la vez que iban asentar un delito en los mismos.

¡Porque el soborno es un delito penal! Darlo y recibirlo.

Tampoco en las licitaciones hubo transparencia para otorgar los contratos a cambio de algo que, ahora se entiende qué había sido y los montos globales, aunque la opinión pública solo intuye quienes habrían sido los beneficiados.

Pero aquí, se han estado dedicando a “marear la perdiz”, sin indagar donde ya se ha investigado y, algunos más osados, a señalar que, en los documentos en inglés del Distrito Sur de La Florida, no aparecen los nombres de los sobornados.

¡Como si el hecho de que no se especifiquen nombres hubiera borrado el delito!

Entonces, aparentando ser más ingenuos todavía, los funcionarios de las instituciones que tuvieron contratos con Odebrecht han acudido con sus respectivas cajas de documentos a sabiendas de que en los mismos no se va evidenciar ningún rastro de los sobornos, mientras un coro de otros funcionarios, que no han sido señalados ni tuvieron contratos con los brasileños, salen a llenar los medios de declaraciones para los ingenuos espectadores argumentando que no tienen ni han tenido contratos con Odebrecht.

¡Y reverberan sin pausa las bocinas! Pretendiendo lavar el sucio que no es, mientras el sucio que es, se agacha esperando las justificaciones y exculpaciones

Solo faltaría que Chochueca salga a declarar que no tenía contratos con Odebrecht.

En tanto, los verdaderos implicados, y presuntos sobornados, hacen mutis y permanecen alejados de los medios, de los favorables a pura papeleta y de los críticos liberales. Saben que han firmado contratos y que, en la mente de todos, sus nombres son los que están bailando la música carioca.

Y, a esos, el atolondrado PGR, declara fina y pomposamente, para seguir aparentando que está actuando según la impronta del momento, que los va a citar para ser interrogados sobre los contratos, ¡y tal vez, sobre los sobornos!

Ya veremos, si “el muchachito” se atreve a cuestionar a quienes son sus superiores dentro de la estructura partidaria de la organización a la que todos pertenecen, por membresía entusiasta o por alianzas electorales y preelectorales, nuevas y viejas ¡y con corbatas de colores!

Y, con toda seguridad, la soga que se tiene que romper, -porque siempre se rompe alguna- será aquella que se considere más débil; como la de Roberto Rodríguez o Hernani Salazar del siempre y no poco satanizado PPH; porque a Vargas Maldonado, Diaz Rúa, Manuel Estrella -socio dominicano de Odebrecht-, y a Freddy Perez, es casi seguro que les busque una explicación.

¡Como la “reingeniería financiera” de Sun Land o el “factoring” de OISOE!, porque siempre existe una explicación que la gente de a pies o chatarra barata, no entiende ni entenderá, por más que prevariquen los prevaricadores, pero siempre al margen de los procedimientos y las leyes.

Porque se sienten con la potestad de alterar y cambiar todo, ¡y no pasa nada!

Una explicación, tal vez parecida a la que ya ha emitido el actual ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, quien ha adelantado que “una cosa es firmar los contratos y otra, muy distinta, es la realización de las obras”, como si eso diera luz a la dinámica de gestionar, lograr y recibir sobornos.

Pretendiendo así, decir algo sin decir nada.

Insinuando, que los sobornos pudieran haberse dado al tenor de las firmas de los contratos y no cuando se ejecutan las obras, soslayando que él mismo también ha firmado contratos y ejecutado obras con la misma empresa de contratos firmados por otros funcionarios. ¡Touché!

Porque cualquiera puede perogrullar que los sobornos son parte de componendas realizadas fuera de los contratos, y que sería algo más que ingenuo, quien quiera encontrar evidencias de aquellos en los mismos.

Saben bien que, para eso, usan testaferritos, a veces con intercambio de vehículos con la sazón cosida por dentro como cualquier pavo o cerdo a ser horneado.

Igual que tampoco van a encontrar depósitos en cuentas a nombre de los funcionarios realmente sobornados. Porque esas son operaciones realizadas en persona y en efectivo, para después buscar – y encontrar- una lavandería dispuesta a darle legitimidad a esos dineros manchados de peculado, pero muy buenos para la vida loca, los vinos caros y las segundas bases.

O, mantenerlos en caletas como un seguro contra procuradores ingenuos que quieran investigar lo investigado, sabiendo donde está la información confiable de los que confesaron haber realizado los sobornos.

Y, no son pocos los funcionarios que prefieren tener su dinerito al alcance de la mano por si el castillo de naipes amenaza con derrumbarse.

Y, sobre todo, ¡porque no pueden explicar su procedencia!

Así, mientras el conspicuo procurador procura, no hay acciones contundentes como en otros países. Odebrecht, sigue trabajando en el país con todas sus posibilidades y con los contratos, los mismos sujetos de los sobornos, que siguen como si nada hubiera ocurrido.

Y las obras como Punta Catalina, “siguen su agitado curso” al ritmo de la música carioca, aun con la falta de los financiamientos que fueron abortados al abrirse la caja de Pandora y otros que le han sido negados por ser plantas contaminantes.

Y por haberse firmado el Acuerdo de París sabiendo que se iba a seguir con el proyecto más contaminante de nuestra historia.

Con licitaciones amañadas y sobornos millonarios confesados por los sobornadores y ocultados tozudamente por los receptores con pasmosa ingenuidad.