SANTO DOMINGO. La Navidad se posó sobre una ciudad tranquila y despejada. Bajo un cielo iluminado, tras los torrenciales aguaceros que acompañaron la cena de Nochebuena, la mañana transcurrió en una calma inusual, comparada con el resto de los domingos del año.
Las calles vacías y los negocios cerrados revelaban que la gran mayoría de los citadinos todavía estaba en casa durmiendo o reposando de la velada anterior.
Sólo las brigadas de limpieza de Obras Públicas o de los cabildos recogían los desechos de la Nochebuena.
La basura fue mucho mayor que de costumbre, afirman los integrantes de una brigada de aseo que limpiaban a lo largo de la avenida Abraham Lincoln.
Ellos empezaron desde las 8:00 de la mañana y, cerca de las 10:00, todavía no lograban levantar la cantidad de fundas de basura que aguardaban en uno y otro extremo de la vía, casi desierta para ese momento.
Las fundas llenas de desechos se hacían montones también en las avenidas John F. Kennedy, la Autopista Duarte, Tiradentes, Winston Churchill y en varias de las calles secundarias del Distrito Nacional, Santo Domingo Oeste, Norte y Este.
En algunas barriadas como Güaley, Ensanche Espaillat y Villa Consuelo, los desperdicios copaban esquinas completas. En Guachupita, la remoción de desechos se hizo con un equipo pesado, dado el gran cúmulo.
Algunas señoras salían con sus bolsas pequeñas para depositarlas en los vertederos urbanos improvisados, mientras las brigadas se afanaban en barrer calles y aceras de un lado a otro.
Alrededor de las 11:00 de la mañana, muy pocos negocios habían abierto sus puertas, dando cumplimiento a la disposición gubernamental de que era un día no laborable.
Y, detrás de las puertas cerradas de las viviendas, las neveras de seguro guardan el sobrante de la Nochebuena, con el que las familias dominicanas realizan el también tradicional ‘calentao’ de Navidad.