Alfa Romeo era una de las marcas dominantes en el automovilismo mucho antes de que existiera la Fórmula 1. Ganó Le Mans durante cuatro años consecutivos (1931-1934) con el 8C 2300 antes de ceder la gestión de sus coches de competición a un joven Enzo Ferrari, que fundaba así la firma de Maranello.
En las dos primeras temporadas de la F-1, 1950 y 1951, los Alfa 158 y 159 vencieron el título de pilotos con Nino Farina (en la imagen) y Fangio, respectivamente. Salieron del campeonato al perder el apoyo económico del gobierno italiano, aunque los monoplazas conocidos como ‘Alfetta’ siguieron compitiendo con equipos privados.
Durante los años 60, Cooper, LDS o De Tomaso utilizaron motores Alfa Romeo en la F-1. También McLaren en 1970, y posteriormente Brabham con Niki Lauda y Nelson Piquet. El austriaco consiguió en Monza 1978 la última victoria de la firma de Milán equipando al Brabham BT46A.
En 1979 regresó como escudería. Consiguió dos poles y cinco podios en siete cursos, Ricardo Patrese les llevó a su último cajón también en Monza (1984). Los resultados no acompañaron un año después y la marca salió definitivamente, aunque continuó como motorista de Osella y Ligier hasta 1987. Después estuvo vinculada a F-3 y Turismos, aunque cada vez quedan más lejos sus días de gloria en las carreras.