Tras una semana de batallas en el O2 Arena de Londres, las cuentas se resumen rápido en el Masters. La final es Andy Murray-Novak Djokovic. Y quien la gane acabará el año número uno del mundo. Toda la carrera del año concentrada en un sprint. Nunca se había dado esta circunstancia.
El escocés, que lleva sólo una semana en la cima, llegará tocado de cuerpo y mente. Vivió un drama frente a Milos Raonic, al que tumbó tras 3h:38 por 5-7, 7-6 (5) y 7-6 (9) el partido más largo de la historia del torneo desde que se tienen registros (1991). Murray sacó para ganar con 5-4 y tuvo tres bolas de partido en el tie-break final que no cerró. Levantó una en contra y materializó la cuarta. Un alivio.
Después, un Djokovic en modo killer destrozó a Kei Nishikori: 6-1 y 6-1 en 1h:06 con golpes redondos. El serbio (cinco veces campeón del Masters) domina el cara a cara con el británico (nunca lo ha ganado) por 24-10. Y la presión puede ser aplastante para Murray.