Murray levanta una bola de partido y se agarra al uno

El drama se extendió durante tres horas y 38 minutos. Y de él salió victorioso, aunque fundido, Andy Murray. El oscuro O2 se convirtió en el cercano Shakespeare Globe y en su escenario el joven Milos Raonic (25 años) intentó derrocar al nuevo rey de la ATP, que afronta su primera semana en el número uno. Casi lo consigue. Tuvo una bola de partido para poner todo patas arriba, pero el británico la neutralizó y aprovechó la cuarta de que dispuso: 5-7, 7-6 (5) y 7-6 (9) para cerrar con éxito la odisea que supuso para él el partido más largo de la historia del torneo desde 1991 (año desde el que hay registros). 

Una derrota de Murray hubiera puesto el número uno en bandeja a Novak Djokovic. Una victoria ante Kei Nishikori en la segunda semifinal ya hubiera devuelto al de Belgrado a la cima. Una derrota del serbio después, aseguraría acabar líder a Murray. De medirse los dos en la final (19:00, Movistar+ Deportes 2), en el último partido se decidirá quién cierra 2016 como número uno. Mejor desenlace imposible. 

Raonic, con Carlos Moyá y John McEnroe en la esquina, acabará el curso número tres y a punto estuvo de tumbar a Murray, que acabó con la cabeza loca y los nudillos ensangrentados al lamentar a golpes sus fallos.

Raonic, como un peso medio

En el tercer set, se puso dos veces por delante con dos roturas y no las supo sostener ante un valiente Raonic, que movió su 1,95 y casi cien kilos como un peso medio, y no un pesado. Ligero, con los brazos como aspas y diez aces, mostró determinación. Y estuvo a punto de poner a Djokovic el número uno a tiro. Murray tuvo que sufrir mucho… y hasta la cuarta bola de partido no pudo gritar y alzar los brazos. Sangre, sudor y casi lágrimas. 

 

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