MARÍA TRINIDAD SÁNCHEZ. Campesinos de las localidades de Matancitas y La Gorda, en Nagua, se sienten ahogados, más que por las aguas que les llevó el río Yuna hasta sus viviendas, por las pérdidas que supone la inundaciones que el afluente, provocó en sus parcelas.
Aunque en el día de hoy han mermado las precipitaciones, las crecidas todavía mantienen anegadas cientos de tareas sembradas de arroz.
Entre los parceleros afectados se encuentra Dioris Hernández, que tenía 50 tareas sembradas de arroz ya maduro, a punto de corte.
“Todo se perdió, ya eso no sirve” dice perplejo Hernández, que estima en unos RD$200,000 el dinero invertido en la siembra, recursos todos aportados con préstamo del sector informal.
Eulogio Peralta tenía 25 tareas sembradas de arroz. Sentando en el puente sobre el Canal Céspedes 5, que esta semana creció como nunca antes hasta llenar de agua unas 10 viviendas, el campesino piensa en la deuda que ahora le queda y los intereses que le generará hasta que llegue otra cosecha buena que le permita pagar.
“Qué podemos hacer. Esperar a ver qué hace el Gobierno con uno”, dice.
Pero Carlos Manuel Hernández, que también perdió 50 tareas de arroz casi de corte, no tiene mucha esperanza. Recuerda que el ministro de Agricultura, Ángel Estévez, declaró recientemente que las lluvias no han causado daños a la agricultura y que, por el contrario, les eran favorable.
“Si eso es lo que el ministro dice, qué podemos esperar nosotros”, expresa.