Barbora Strycova se convirtió en la heroina de la República Checa ante Francia en la última jornada de la final de la Copa Federación celebrada en Estrasburgo. Primero ganó a Alize Cornet (6-2 y 7-6(4) e igualó el marcador (2-2). Y poco después se sobrepuso al cansancio para vencer en dobles, junto a Karolina Pliskova, a Caroline García y Kristina Mladenovic (7-5 y 7-5). Así le dio la quinta Fed Cup a su país, tercera consecutiva (iguala la marca de España entre 1993 y 1995), todas conquistadas en los últimos seis años. Italia, en 2013, fue la excepción. En todos los éxitos checos ha estado el mismo capitán: el exjugador Petr Pála, que ya es el más laureado de la historia de la competición.
Strycova y Pliskova ya habían sido protagonistas el año pasado al ganar también por parejas el punto definitivo de la final a las rusas Pavlyuchenkova y Vesnina.
Presión para Strycova
Strycova saltó a la pista del Rhenus Sport sin margen de error después de que Caroline García iniciara la jornada con un triunfo ante Karolina Pliskova (6-3, 3-6 y 6-3) y pusiera por delante al cuadro local.
Petr Pala optó por recurrir a Strycova en lugar de Petra Kvitova, la segunda jugadora de su equipo, que perdió el sábado ante Caroline García en el segundo encuentro de la final.
Cumplió Strycova, que mantuvo el nivel que ofreció en el arranque del choque y que frenó el intento de reacción de la jugadora local, que llevó el segundo parcial al desempate. La checa selló la victoria después de una hora y 46 minutos.
La gloria en dobles
Sin tiempo para descansar, llegó el dobles decisivo. En un partido muy igualado, con mucha seguridad por parte de los dos equipos con su servicio (solo hubo tres breaks), Strycova y Pliskova se apuntaron el primer set con 43 puntos ganadores y pese a cometer 17 errores no forzados.
El segundo parecían dominarlo sin problemas con un 4-2 amenazante, pero Garcia y Mladenovic reaccionaron con su única rotura de servicio. Lástima para ellas que luego perdieran el suyo en el undécimo juego poniendo en bandeja el triunfo a las checas, que no perdonaron. Pliskova, con una derecha flojita al centro, logró el tanto definitivo y alargó la gloria de su país.