Las nubes empiezan a pintarse de gris en Sao Paulo cuando los coches se ponen en fila para salir a la pista en las colinas de Interlagos, allá donde hubo pantanos ahora rugen los monoplazas de Fórmula 1, allí donde Lewis Hamilton perdió en sus nervios con Fernando Alonso un título que Ron Dennis quería regalarle, ahora quiere recuperar sus opciones de ganar el cuarto. Y el británico, el primero de la fila, mira hacia atrás donde saluda con la mirada Nico Rosberg, su rival, compañero y antiguo amigo de la infancia. En Interlagos se puede decidir todo. Pero el primer campeón negro de la historia no quiere. No está dispuesto a admitirlo y se lo hace saber al alemán. Arranca primero y sale a pista, a dejarse el alma con su casco de Ayrton Senna, intentando ser más leyenda que su ídolo.
Dicen que la diferencia de talento entre el inglés y el germano es de un par de décimas, pero la consistencia y la capacidad de trabajo y concentración de Nico le ha llevado a ganar nueve carreras esta temporada para ser líder. Siempre hay opiniones sobre estas cosas. Lo cierto es que a la primera, Hamilton lidera con más de tres décimas sobre Rosberg. Y por atrás, con una sola vuelta, Fernando Alonso, el campeón que fue y quiere volver a ser, deja la cámara y las risas para meterse seis décimas a su compañero Jenson Button, campeón aquí con Brawn en 2009, para entrar en la Q2 de manera cómoda mientras el guapo ex marido de la recordada Michibata se queda fuera a las primeras de cambio. “Mañana será otro día, me voy a cenar”, dijo el triatleta piloto. Y, en efecto, se fue.
Llega la Q2 y empiezan a caer gotas de las nueves que ya eran negras, pocas, apenas para mojar el asfalto y de nuevo en la pista los pilotos. Y de nuevo Hamilton lidera la sesión con poco más de una décima sobre Nico, empeñado en quitar la razón a sus críticos, aquellos que le consideraban un segundón. En esa sesión vemos a los dos Mercedes delante, pero el piloto de ese rato fue un tal Fernando, un tío de Oviedo. Alonso terminó séptimo la Q2, a 11 milésimas del Ferrari de Kimi Raikkonen y a poco menos de tres décimas de Sebastian Vettel y Daniel Ricciardo, con el Red Bull. Checo Pérez, Romain Grosjean y Nico Hulkenberg, también pasan a la Q3 de la que sale, por poco Carlos Sainz, decimoquinto, demasiadas subidas para la escasa potencia de su motor Ferrari del año pasado. Tampoco entra Felipe Massa con su Williams, en su última clasificación en su país.
Llega el momento, el del sábado, la torcida brasileña grita a las cámaras, los pilotos cierran los ojos, se concentran en el objetivo. Nico logró las dos últimas poles en Brasil, Lewis se la llevó en los dos anteriores grandes premios. En el primer intento, Hamilton vuela y le mete una décima y media a Nico. Alonso es séptimo por delante de los dos Force India. Segundo intento. Instante definitivo. Mapas de motor en máxima potencia, neumáticos que se calientan de un lado al otro de la pista… y acelerador a fondo en la recta de meta. Hamilton mejora el primer sector, Rosberg que le gana una décima, en el segundo están muy igualados y al final la pole es para el actual campeón del mundo con su colega a una décima. Tercero… Kimi Raikkonen. Y Alonso finalmente décimo. Veremos en carrera. Hamilton, casco amarillo, sonríe en el coche. Está a cinco poles de Ayrton. Rosberg solo piensa en el mañana…