En la fútil polémica sobre la corrupción, entre el embajador del miedo y el presidente dominicano, con relación a las debilidades de la República Dominicana, la respuesta de Danilo Medina no puede ser un “¡y tú más!”.
Es cierto que el embajador extranjero, no usa los canales y tuberías de la obligada diplomacia, que es injerencista en materia migratoria y otros temas de gays y LGTB, pero cualquiera entiende su frustración ante los hechos inocultables de corrupción y una oposición nacional que no acaba de arrancar a jugar su papel, anclada todavía en los resultados electorales y la composición de las cortes.
Las intromisiones del diplomático, han sido reiteradas en los tres años que lleva en el país, dejando de guardar las formas para usar su poderosa influencia en favor de la migración indiscriminada de haitianos ilegales indocumentados que vienen a saturar la tesis hueca de la apatridia.
Y, hace tiempo que ameritaba una respuesta, preferiblemente por los canales y tuberías de la hipocresía diplomática y guardando las formas de elemental educación y la majestad de su investidura.
Pero, la presente, es una respuesta de gente baja, en una disputa verbal entre iguales y un claro indicador de una manifiesta falta de argumentos valederos para no enfrentar “al toro que es”, mientras se enfrenta “al toro que no es”.
Un argumento, entre un procónsul intervencionista que acusa sin especificar hechos, pudiendo hacerlo, y un presidente mediocre que no sabe defender la dignidad de su nación por falta de coraje y por las implicaciones de su partido en la corrupción señalada.
Porque ha habido ocasiones de sobra para darle un “soplamocos” con bases fundamentadas, por metiche; pero no se han atrevido.
Porque todo el mundo sabe que, desde el ascenso al poder de su partido en 1996, el país ha sido convertido en una amplia y expedita vía para las drogas, por aire mar y tierra.
Donde muchos personeros de los gobiernos del período han hecho grande negocios y amasado enormes fortunas recibiendo peajes, protegiendo alijos, “dando tumbes” y quedándose “con el santo y la limosna” de algunos “bad hombres”.
Por eso, supuestamente, se compraron ocho aviones que no han servido para nada que no sea, precisamente, la corrupción.
Destacándose sobrevaloraciones y “boroneo” de comisiones millonarias, mientras se rechazaban ofertas más económicas recomendadas por los norteamericanos.
Y eso, Señor Presidente, ¡es corrupción! Durante el gobierno pasado y protegida por el suyo.
Y por ahí se halla el origen de la disputa.
Porque, aunque EE. UU. que es fabricante y vendedor de aviones, también es el mayor mercado para los estupefacientes y para el dinero producto de esa actividad.
Porque es en los bancos de Wall Street donde se “lavan y planchan” los capitales de la droga provenientes de las caletas de los “bad hombres”, mientras los “men buenos”esnifan toneladas de cocaína en sus lujosas oficinas y en fiestas “hasta la amanezca”.
Pero eso no oculta la verdad de que somos un puente de drogas.
Es decir, ¡un puente del tráfico que desemboca en una autopista de diez carriles de consumo!
Y la respuesta, es una expresión cantinflesca no digna del ejecutivo de un país ranqueado en el lugar número ocho en corrupción mundial y número cinco en la corrupción regional, y con el vecino más corrupto de la zona.
¡Porque es cierto que hay corrupción en la República Dominicana!
Y por mucho que se esfuerzan en ocultarla, la corrupción, que los actuales funcionarios reconocían en sus compañeros del anterior gobierno, solo ha cambiado de nombres en las mismas instituciones.
Porque es una marca distintiva del partido que acusaba a todos sus contrarios de lo que ellos han estado haciendo de manera burda y escandalosa, sustentados en una impunidad que es corrupción en sí misma.
Entonces, la respuesta del Presidente ha sido poco inteligente, imprudente y extemporánea, porque hace mucho tiempo que debió haberse referido a la corrupción.
¡Y pararle los pies a Wally en la frontera!
Porque la corrupción es como la mierda, que no se puede tapar sinque su olor inunde el ambiente con su pestilencia.
Y no debió expresarse así, porque el Presidente, hasta donde se sabe, no está en una campaña política para responder como si de eso se tratara el asunto.
Porque han acusado a su gestión de corrupta, y su respuesta no ha estado a la altura de un gobernante que pudiera hacer algo más que dar una respuesta de poca altura.
Indicativo de que no estamos en buenas manos.
No estamos en buenas manos, porque aquí todo se justifica con explicaciones y no con hechos, como el “suicidio” de un Ingeniero en las oficinas de la OISOE.
De cuya ocurrencia, concretamente, solo se han dado explicaciones aéreas sin llegar el meollo de las componendas y mucho menos señalar a los responsables del nivel organizativo suficiente para establecer y mantener tal negocio.
Explicaciones que deberían ruborizar a los mismos que las expresan, como si los dominicanos fuéramos puros Taínos todavía.
Escándalo tras escándalo,son justificados con evasivas y desmentidos que suenan huecos, y que carecen de peso específico para contrapesar los hechos.
Porque, ¿de dónde pueden los actuales funcionarios declararlas decenas y los cientos de millones -más que el mismo presidente- que han consignado en sus declaraciones de bienes?
Gente que no han tenido empresas ni han heredado esas fortunas.
Antes de pedirle a un embajador extranjero e intervencionista que señale la corrupción, debería poner la casa en orden desde el punto de vista de la ética y las buenas prácticas administrativas.
¡Mirar la paja en sus dos ojos!
Porque es corrupción, la legislación para beneficio propio,y es un hecho palpable quees justificado en público con la más absoluta desfachatez.
Como ha sido corrupta la forma de elegir y gestionar “su congreso”; el congreso del presidente surgido de las elecciones más cuestionadas de nuestra historia.
¡Más que aquellas elecciones de los trapos coloraos en los cañones de los fusiles!
Y eso es corrupción, Señor Presidente.
¿Acaso la cantidad de funcionarios que cobran grandes sumas sin trabajar no son corrupción? Porque los funcionarios nombrados como vice ministros y directores en instituciones infuncionales y quebradas, son una expresión palpable y oficiosa de la corrupción.
¿No es corrupción permitir la depredación de bosques, costas y ríos? Como la depredación de Valle Nuevo y la cuenca del río Tireo.
-La depredación de los ríos Nigua, Nizao y Yubaso tiene corruptos de 40 años-
Igual es corrupción, buscar financiamientos extraños con bancos en países cuestionados para construir plantas con tecnologías contaminantes.
Y contratar obras con empresas perseguidas por corrupción en sus paísesde origen y con sus ejecutivos en la cárcel.
¡Y peor, insistir en ello!
Y permitir los cabildeos de ex presidentes cuestionados por corrupción aquí y allá.
Y permitir las sentencias que confirman la impunidad a personajes del anterior gobierno, con la excusa de una separación de poderes que solo existe en los papeles.
¡Porque también tienen “su justicia”!
Igual, asignar cuotas partidarias a sus aliados políticos para cargar la nómina pública de parásitos que cobrarán sin trabajar.
¡Es corrupción no perseguir la corrupción con real efectividad!
¡Así como es corrupción, negar la corrupción que todos pueden ver!