¿A nadie extraña que quienes andan presentando hoy a Juan Bosch como un nuevo padre de la Patria
–obviamente, de forma hipócrita y llena de falseda des–, son los mismos que pasaron casi medio siglo denostándolo, descalificándolo, atribuyéndole acciones deshonrosas que nunca cometió…?
Tratan de utilizar su memoria contra sus propios discípulos, contra su máxima creación partidaria -el Partido de la Liberación Dominicana, y contra sus seguidores más leales que muchas veces desenvainaron la espada para defenderlo a riesgo de su propia vida, aquellos que sacrificaron sus mejores años de juventud, sus escasos recursos personales y hasta llegaron a descuidar tareas hogareñas para cuidar a don Juan.
¿Puede subestimarse, sin llegar a ser injusto, el papel de Euclides Gutiérrez, de Franklin Almeyda, de Rafael Kasse Acta, de Bidó Medina, de Danilo, de Leonel, de Alburquerque, de Ligia, de Alejandrina, de Mildred Guzmán, de Montalvo, de Miguel Cocco…?
Esos hombres, sin excepción, han honrado la memoria de Bosch, hicieron su partido grande, muy grande, el más grande del país y lo llevaron a la cima para decir con mucho orgullo cuando acabe este período que lo han mantenido 20 de los últimos 24 años en el poder.
Con defectos y debilidades –como toda obra humana, más si es política–, la única verdad es que el partido de Bosch ha transformado este país en términos de crecimiento, de estabilidad, de desarrollo humano, de infraestructura física… Ese PLD que hizo Juan Bosch ha sido capaz de cuadruplicar en dos décadas el PIB y hoy la República Dominicana puede vanagloriarse de ser el país de mejores estadísticas económicas en toda la América Latina…
… Y todo eso lo lograron los partidarios de Juan Bosch desde la formación política que hizo Juan Bosch y con los métodos que les enseñó Juan Bosch… Son, en consecuencia, logros de Juan Bosch, y donde quiera que Juan Bosch se halle, debe sentirse orgulloso de ese discipulado, de su partido, de su país…
¿… O puede alguien –en sano juicio–, decir que no es así?
… No lo representan
Quienes se aprovechan de alguna cercanía, no importa si genética, para intentar dañar al PLD atribuyéndole negación a los principios boschistas, probablemente nunca hayan sido peledeístas y tal vez ni siquiera conocen los sacrificios que conllevó hacer ese partido.
A quienes esos individuos critican hoy desde un sectarismo irracional –que refleja más frustración que razón–, son los mismos hombres y mujeres que jamás abandonaron a don Juan “por chiquitos que fueran los tiempos” y que estuvieron a su lado desde antes de existir el PLD hasta convertirlo en la fuerza mayoritaria que ha sido desde 1990 cuando Balaguer tuvo que darle un golpe de mano para evitar que llegara al poder.
Juan Bosch jamás habló mal de su partido, y por el contrario, tuvo el coraje para expulsar a quienes creyó indignos de pertenecer a él, como a algunos que hoy tienen el tupé de decir que sus auténticos discípulos traicionaron sus principios desde que llegaron al poder.
Los vagos intelectuales
A quienes acudían a medrar a su partido buscando figuración pública sin trabajar, Bosch solía llamarles “vagos intelectuales” que no aportaban nada y sólo servían para el chisme y la intriga. A esos los aborreció siempre y nunca les dio espacio en su círculo íntimo.
Si aún viviera, posiblemente don Juan renegara de alguna gente que se halla en su entorno familiar y que nunca ha trabajado pero vive del cuentoÖ de otro tipo de cuento que nada tiene que ver con el género que con tanta destreza él desarrolló en la literatura dominicana hasta convertirse en auténtico maestro.
… Pero que por esa cercanía, en ausencia del maestro tienen capacidad para hacer mucho daño al PLD, un daño que don Juan jamás habría permitido.