Adrian Newey es uno de los grandes genios de la historia de la F-1. Para la mayoría al mismo nivel, o incluso superior, al de de Colin Chapman, Gordon Murray, John Barnard o Aldo Costa. El ingeniero aeronáutico, con especialidad en aerodinámica, con veinte títulos de campeón del mundo de F-1 a sus espaldas: diez de pilotos y diez de constructores renegó de la reglamentación actual y dividió su tiempo dedicado al Mundial… y Red Bull se resintió.
Tras dos años de dominio de Mercedes, el equipo austriaco le pidió más ayuda y ahora Christian Horner, director deportivo del equipo propiedad de Dietrich Mateschitz, lo ha cuantificado: «Adrian reparte su tiempo al 50% entre Red Bull Advanced Technologies, con un proyecto que ha realizado con Aston Martin, y nosotros así que diseña un coche de calle durante la mitad de la semana y un monoplaza de Fórmula 1 la otra mitad». De momento, su presencia en Austin durante el GP de EE UU, tras una larga ausencia en los circuitos, ha acrecentado el rumor de su aumento de implicación, pese a que Horner lo desmiente: «Probablemente sea la misma que ahora».