Muguruza remonta y se hunde en un partido de locos

El debut de Garbiñe Muguruza en las WTA Finals de Singapur ante Karolina Pliskova acabó convirtiéndose en un partido loco, con múltiples alternativas y un doloroso final para la hispano-venezolana. Un encuentro donde Garbiñe mostró sus dos caras, la de jugadora de raza capaz de levantar un partido donde parecía no tener ninguna opción y la de tenista débil mentalmente que se sale de un encuentro más que encarrilado. Y, tras acariciar una victoria que parecía despejar las dudas de su final de temporada irregular, acabó encajando una derrota que no hace más que reforzarla.

El encuentro arrancó con tanta superioridad de su rival que era inevitable pensar si la española había logrado recuperarse de la lesión de tobillo que sufrió en Linz (y que parece que aplazará su exhibición en Madrid con Sharapova). No parecía tener respuesta ante el bombardeo que la acosaba desde el otro lado de la pista, donde una Pliskova lanzada hacía camino a base de saques directos (acabó con 14 aces) y golpes ganadores. Su precipitación al intentar cerrar cada punto, cuando parecía que el camino para desarmar a la tenista checa era justo el contrario, no ayudaba. Tal fue la superioridad de Pliskova, que cinco juegos consecutivos de la checa cerraban una primera manga sin historia (2-6).

Pero los que auguraban un rápido desenlace cuando su rival también arrancó dominando 1-3 en la segunda manga no podían estar más equivocados. Muguruza renació o, simplemente, apareció para poner en práctica lo que su técnico, el francés Sam Sumyk, le aconsejaba en la silla. Consiguió que los intercambios fueran más elaborados, elevar el precio de cada punto. Además, empezó a leer los servicios de su rival, hasta entonces indescifrables. Dos breaks consecutivos de Muguruza fueron el punto de inflexión de un set que acabó apuntándose en el tie-break (7-4).

El episodio definitivo arrancó con un panorama bien distinto al del inicio, con Muguruza apretando el acelerador ante una Pliskova que, por momentos, parecía entregada. Ese fue el camino por el que Muguruza llegó hasta un 5-2 y punto de partido que no parecía tener vuelta atrás. Sólo la fe de Pliskova y, sobre todo, el hundimiento de Muguruza posibilitaron lo contrario. El naufragio fue mayúsculo y los nervios se apoderaron de su juego hasta el punto de acabar convertida en el mismo fantasma del primer set. De hecho, cedió otra vez cinco juegos consecutivos para acabar entregando un encuentro del que, decepción aparte, deber servir de aprendizaje para una jugadora que aún cuenta con 23 años.   

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