Por Leonardo Sanchez
El mundo ha contemplado, ¡azorado!, la actitud de varios senadores y de los jueces del supremo tribunal de Haití que, mientras sus ciudadanos de la región suroeste vagaban sin rumbo, sin hogar, sin comida ni infraestructuras para desplazarse, sus élites hacían declaraciones rechazando la ayuda solidaria que era portada por dominicanos y custodiada por soldados para que los alimentos, materiales y equipos no fueran asaltados por los mismos elementos de siempre.
Su grito de rechazo a la ayuda dominicana,ha salido de la oscura y sangrienta caverna donde anidan los fantasmas asesinos de Pierrot, Boyer, Christophe y Dessalines.
Y, aunque el tiempo ha pasado inexorable, su actitud sigue siendo la misma arrogante y desafiante e inhumana de sus antepasados.
Son los mismos verdugos, que esclavizaban a sus compueblanos luego de haberlos liberado de la colonización francesa con la esperanza de una libertad que fue convertida en fracaso por su racismo a ultranza.
Aquellos que arrasaron,a sangre y fuego, las haciendas de blancos, mestizos y negros libertos que no estaban dispuestos a beber la sangre de sus vecinos.
Son tataranietos de los asesinos que devastaron ciudades y aldeas dominicanas hasta sus cimientos, cuando huían de sus sangrientas incursiones a la tierra deseadaentonces, y más deseada ahora que Haití es un páramo.
Porque luego de acabar con todo en Haití, ahora necesitan espacio para continuar la depredación de “la tierra más hermosa que ojos humanos vieran”.
Y guardan el mismo odio tribal que no se molestan en disimilar, a pesar de que sus odiados enemigos iban a ayudar a sus también odiados y explotados ciudadanos estrujados por un ciclón.
Y no les importa lo que diga la “comunidad internacional”, que ha venido siendo claramente manejada por sus resortes de comunicaciones, porque son mentalmente indivisibles como han deseado todas sus generaciones.
¡Una isla única e indivisible! La oscura utopía de Dessalines.
Que dos senadores reaccionarios vomitaran su odio es, hasta cierto punto, entendible porque nadie da lo que no tiene.
Y, que dieran un plazo a los soldados dominicanos para salir de su país, también es entendible porque eso dejaba la ayuda disponible para ser robada.
¡Se escandalizaron por “una invasión de productos!
Usan su odio ancestral, como estrategia de campaña política interna porque desean seguir pisoteando a sus necesitados.
Pero, que un organismo como la corte suprema -si allí puede haber algo supremo- se haya expresado en la misma línea de los senadores y cuestione la vigencia de su actual presidente, habla de una intolerancia a ultranza.
Y de una campaña tribal, feroz e intolerante.
Una intolerancia que no percibe la necesidad de la ayuda que esos “afrentosos soldados dominicanos” trataban de llevar a una masa humana sin esperanza.
Una esperanza que ellos mismos le han robado a fuerza de tenerlos viviendo como animales, negándoles desde el derecho de nacer en su país hasta la identificación.
¡Para que vayan a exigirlos a otro país!
Porque el pueblo haitiano no tiene esperanza de nada en su tierra. No se la quieren dar porque no los quieren allí, cerrándoles todas las puertas para que sirvan de punta de lanza a sus propósitos expansionistas.
Apoyados desde las alturas de Petion Ville y la diáspora canadiense y europea que les ha hurtado el pasado y el futuro a los haitianos.
Porque portan la misma sangre y la misma actitud de Henri I, el sanguinario emperador que se construyó una fortaleza con la sangre de sus esclavos asesinados.
¡Aquel enano sangriento que hizo ladrillos con sangre para su Citadel!
Porque son emperadores de la mentira.Insultan y muerden la mano que se les tiende sin interés másallá de olvidar la historia de agravios entre dos sociedades insolubles, donde una siempre ha sido la ofensora y, como el chico bellaco del barrio, usa el chantaje y el ruido para llamar a la atención de los árbitros parcializados
Sus genes no han evolucionado. Siguen siendo agresores, siguen buscando y reclamando lo que nunca ha sido suyo.
¡Como los piratas de la isla Tortuga!
Porque, si Francia alguna vez tuvo posesión de toda la isla, los pueblos siempre siguieron separados, a pesar de una grosera ocupación de 22 años.
Y solo uno,es el que ha mantenido en sus élites la obsesión de poseer toda la isla para convertirla en un páramo yerto, como ya es su porción isleña.
Porque no es el pueblo haitiano en sus masas depauperadas quien impulsa la indivisibilidad de la isla y el obsesivo deseo de la parte oriental, y ahora el rechazo a los dominicanos y su ayuda solidaria.
Siempre han sido sus dirigentes los esclavizadores. Esos que tienen a su gente indocumentada y comiendo lodo en forma de galletas sin importarles lo que ocurra con sus vidas.
Y rechazan una ayuda desinteresada que iba a resolver un golpe de la naturaleza y sus descuidos históricos con esos infortunados seres humanos.
Reconstrucción de viviendas afectadas, potabilización de agua, reparación de caminos, puentes, redes eléctricas, y entrega de alimentos crudos y cocidos a gente que tenía varios días sin comer, y vagando a la intemperie, y que ellos-los empresarios, jueces y senadores- no estaban en disposición de ayudar.
¿No es obsesivo y enfermizo?
Indudablemente, tienen la misma actitud de sus ancestros, y si hoy no están quemando ciudades, asesinando y secuestrando dominicanos en masa, es porque todavía el número de infiltrados en este país no es suficiente.
Porque arriba, en el estado fallido occidental, los que dirigen son los mismos.
Si pudieran enviar sus hordas asesinas volverían a hacerlo.
En el nombre de sus grandes asesinos a quienes han construido plazas y erigido estatuas.
¡Porque son los mismos!