¿Cuándo gana una mujer la presidencia de su país?

Por ROSARIO ESPINAL

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En las ciencias sociales no hay leyes generales porque la conducta humana (individual y social) es cambiante. De todas maneras, hacemos un esfuerzo por identificar factores que producen o facilitan un fenómeno en particular.
Por muchos años, las mujeres ni siquiera se presentaban como candidatas a la presidencia de su país. Unas pocas lo lograron antes del año 2000, pero es en este siglo cuando vemos por primera vez un avance importante de candidaturas presidenciales de mujeres que culminan triunfantes.
En América Latina, en este siglo, que sólo lleva 16 años, han llegado a la presidencia cuatro mujeres: Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica, y Dilma Rousseff en Brasil.
En estos cuatro casos se pueden identificar cuatro factores en común que ayudaron a materializar la elección de una mujer a la presidencia.
¡Primero, aunque estos países difieren en su nivel de desarrollo económico, en dos de ellos el nivel de vida es muy alto. Para 2015, Argentina y Chile ocuparon en América Latina los dos primeros lugares en el Índice de Desarrollo Humano, y son los únicos en la región en la categoría de índice muy alto. Costa Rica y Brasil están en la categoría alta, y ocupan el sexto y noveno lugar respectivamente, de un total de 20 países latinoamericanos. Es decir, son países con significativo bienestar humano en el contexto regional.
Segundo, las cuatro mujeres presidentas tenían importante experiencia de Estado cuando presentaron sus candidaturas. Habían ocupado altas posiciones en el Congreso o en el Poder Ejecutivo. O sea, aunque la candidatura presidencial de una mujer fuera una novedad, ellas no eran “outsiders” sino “insiders” en la política de sus países.
Tercero, todas ocuparon posiciones importantes durante el gobierno anterior, presidido por un hombre, que las apoyó decididamente. En Chile, Michelle Bachelet fue ministra de salud y de las fuerzas armadas, y Ricardo Lagos, su antecesor, la apoyó fuertemente. En Argentina, Cristina Fernández era congresista y esposa del presidente Néstor Kirchner. En Costa Rica, Laura Chinchilla era vicepresidenta en el gobierno de Oscar Arias. En Brasil, Dilma Rousseff ocupó importantes cargos en los gobiernos de Lula, llegando a ser jefa de gabinete en su segundo período.
Cuarto, en los cuatro países, la candidatura de una mujer sirvió para prolongar el partido gobernante en el poder. Es decir, ninguna ganó como candidata de la oposición, sino como candidata de partidos que ya enfrentaban ciertos problemas de cansancio en la población, pero no estaban en medio de crisis política de magnitud al borde de una derrota. En ese sentido, la candidatura de una mujer sirvió para dar nuevo aire a esos partidos gobernantes.
Si miramos ahora el caso de la candidatura de Hillary Clinton en Estados Unidos, ella se presenta en condiciones similares a las mujeres ganadoras en América Latina.
Estados Unidos es un país de alto índice de desarrollo humano, Hillary es una mujer con gran experiencia de Estado, es una “insider”, es la candidata del partido en el poder, y recibe el apoyo decidido del presidente de turno.
En sí misma, por tener tanto tiempo en la política, Hillary Clinton no trae novedad a la campaña (eso lo hace Donald Trump), pero ser mujer le ayuda a consolidar un voto pilar del Partido Demócrata: las mujeres. Y Trump, con tanta cola machista y sexista que pisar, ayuda a aglutinar ese voto de las mujeres a favor de Hillary. Por eso el sexismo ha desplazado tantos otros temas en la campaña.