Por Teodoro Tejada
El malecón de Santo Domingo es una de las vías más hermosas de la capital, por su refrescante y majestuosa vista al Mar Caribe. Empero, este precioso paisaje se ve seriamente afectado por los desperdicios de materiales de construcción y desechos sólidos vertidos por desaprensivos en sus entornos y arrecifes. Lo hacen a la vista de todos y sin ser sancionados por semejante barbarie.
La falta de un mantenimiento rutinario afecta toda el área de este importante paseo, porque no hacemos nada, ejecutando cada cierto tiempo, programas de reconstrucción y mejora, muchas veces, sin aúnhaberse concluido las iniciadas anteriormente.
Específicamenteel tramo comprendido desde el kilómetro 8 al 12,donde la construcción de las aceras quedó inconclusa desde la primera remodelación que iniciaron en coordinación el Ayuntamiento del Distrito Nacional y el Ministerio de Obras Públicas, en la pasada gestión de gobierno. Las calzadas fueron demolidas y quedaron solo con el relleno de caliche compactado. A la fecha, están en un total abandono.
Es importante señalar, que dejando esa reconstrucción paralizada a su suerte, Obras Públicas inició por cuenta propia, el plan que pretendía hacer en esta etapa: la anexión de otro carril, incluyendo los retornos operacionales en la autopista 30 de mayo y en sus intersecciones con la Universidad del Caribe, la Feria Ganadera, la Cervecería Nacional Dominicana, la avenida Abraham Lincoln y el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otros importantes puntos de la vía. Así como, la construcción de un gran parqueo frente a la Universidad del Caribe. También el Ministerio, anunció la limpieza delos drenajes.
Este proyecto contemplaba la ampliación con otro carril contiguo al mar Caribe, para agilizarel tránsito en el sentido oeste-este, pero esto no fue posible en todo el trayecto, debido a que desde el km 8 al 12, existen grandes depresiones en las aceras contigua al mar, lo que obligaría a hincar pilotes para poder hacer otro carril adicional como fue anunciado, por lo que fue dejado a su suerte y dejadez.
De solución del drenaje, nada se ha realizado. Todos comprendemos que el calentamiento global, está incrementando la presencia de fenómenos atmosféricos, que al no realizar las infraestructuras adecuadas para enfrentar sus embates, sus acciones se convierten el desastres naturales con las secuelas de grandes inundaciones que son verdaderos desastres naturales, ante la presencias de huracanes o tormentas tropicales.
Esta situación agravaría aún más el drenaje de las aguas pluviales, por la falta de un drenaje eficiente y acorde a los nuevos tiempos que estamos viviendo.
Obras Publicas, no debe seguir abriendo nuevos trabajos en el malecón capitalino, sin terminar los que tiene pendiente.
Urge hacer políticas públicas que beneficien a la población.No se concibe que cada vez que cae una ligera llovizna se inunde por completo nuestro malecón de Santo Domingo, básicamente el espacio comprendido entre la industria cervecera y la av. Abraham Lincoln, y en otros tramos en sentido general, trastornando la vida de los usuarios, sin que de una vez y por toda, el gobierno iniciela construcción de un sistema de drenaje longitudinal y transversal a todo el largo y ancho de la famosa vía.
Técnicamente uno se pregunta: De qué sirve el reciente asfaltado, sin resolver el grave problema del drenaje, es sencillamente botar el dinero de los contribuyentes.
Existen zonas pegadas al mar Caribe sin ninguna protección. No hay barandas ni muros para impedir que los vehículos que se accidentan en estos lugares sigan cayendo al mar, ocasionandopérdidas de vidas. Lo mismo ocurre frente a la Universidad del Caribe donde se levantó un parqueo para 200 vehículos, y no se le dota de un puente peatonal para que estudiantes y profesores no expongas sus vidas al cruzar la peligrosa autopista 30 de mayo. Es perentorio proporcionarle seguridad al ciudadano en ambos casos supra indicados.
Ahora el nuevo alcalde del Distrito Nacional, David Collado, inició tambiénla primera etapa,con una inversión de 100 millones de pesos,de la reconstrucción de aceras y contenes, parqueo, remozamiento de parques, reparación de la iluminación y drenaje pluvial de la avenida George Washington desde la Abraham Lincoln hasta el monumento a Fray Antón de Montesinos, pero no recoge los escombros que han sido tirados en esta vía desde el kilómetro 8 al kilómetro 12, antes de pensar en seguir colocando parches y corrigiendo entuertos.
Hay que aclarar que este viejo drenaje del malecón de la capital, no resiste reparación, por lo que hay que insistir en hacer un drenaje funcional y adecuado a los nuevos tiempos, colocando alcantarillados longitudinales a todo lo largo de la avenida George Washingtony la autopista 30 de Mayo, y hacerle galerías de infiltración para verter las aguas pluviales hacia el mar, a través de drenajes transversales en la vía.
En la ciudad de Santiago de los 30 Caballeros, ocurre lo mismo en la emblemática avenida Mirador del Yaque, también llamada Circunvalación Sur o el Riocón.
En los años 2009 al 2010, la OISOE, realizó trabajos de reconstrucción del drenaje pluvial de esta arteria, y se colocaron alcantarillas longitudinales y transversales, y en los puntos más críticos se dotó de galerías de infiltración, pero la falta de un mantenimiento de rutina, o sea un mantenimiento continúo, con la finalidad de reparar el mínimo daño, inmediatamente después de ocurrido, ha traído como consecuencia, que con el solo hecho de una pequeña llovizna, se anega esta vía santiagués, provocando severos daños al asfalto y grandes problemas a los que se desplazan por este importante corredor.
Como vemos, este es un mal cotidiano que lacera la economía del país, pues al no poner en práctica el mantenimiento rutinario, luego viene el deterioro total de la obra, para entonces proceder a ejecutar el mantenimiento periódico. Cuando se llega a esta etapa, ya las obras de infraestructuras viales han perdido sus características de origen, al punto donde la calidad del servicio para lo que se diseñó estáseriamente comprometida. Es, en ese momento, en que aparece la acostumbrada reconstrucción o remodelación del bien, producto evidente de la falta de iniciativa y criterio de responsabilidad del funcionario en cuestión.