Por Leonardo Sanchez
Desde que se iniciaron las absurdas negociaciones para el financiamiento del extraño negocio de construcción de unas plantas para ser operadas con carbón mineral, en un mercado de generación mixta, y principalmente privado por el descuido negligente de las generadoras hidráulicas -entre otras cosas-, se sabía que, tarde o temprano, el sector privado iba a tener su oportunidad de participar en el mismo como había estado planteando desde en principio
El sector estatal, argumentaba que estaba resistiendo las tentaciones y ofertas de los generadores privados, algunos de los cuales son sus socios desde aquel abracadabra que les entregó las viejas plantas del estado y que resultaría en su cornucopia indiscutida, quedando las acciones estatales en una penumbra silenciosa.
Fue, en su momento, y así se difundió en un concierto de los medios organizados para tal fin, un desafío del sector alineado con los intereses del Presidente de la República que no estaba claro entre las promesas de un candidato y las posibilidades reales de un ejecutivo que recibía un estado quebrado por su propio partido y con gastos corrientes más allá de sus posibilidades financieras orgánicas.
Y con el compromiso de mantener el clientelismo partidario intacto y las coimas de la boa de los aliados.
Sacaron pecho, ante los Generadores que reclamaban tener también participación en ese negocio, y para llevar la contraria a los competidores internos.
Las espadas mediáticas chocaron hasta caer melladas sobre el polvo de los hechos consumados, venciendo “el estado” al vencedor anterior para nivelar las apuestas internas.
Y la arrogancia dio paso a las negociaciones, ofertas y contraofertas que fueron derribando el muro, hasta aceptar la construcción en terrenos de uno de los generadores y seguro comprador de acciones futuras.
Ahora, como el que se caga y no lo siente, se anuncia que se van a vender acciones de un negocio propiedad del estado y, a no dudarlo, se intuye quienes van a adquirir esas acciones, aunque se haga de manera subrepticia y se hable de interesados extranjeros.
¿A quién,aquí, le interesa participar de ese negocio -su negocio- y tiene capacidad financiera para entrar en el mismo?
¿Se puede convertir en acciones el valor de los terrenos donde se ha erigido el proyecto?
Entonces, ¡desde el principio había accionistas que no se mencionaban!, porque el estado, de alguna manera debe pagar los terrenos.
Al hacer el anuncio, se está, indudablemente, ante un hecho consumado y amarrado, como una chiva joca que no se ve en la oscuridad por el color de su pelaje.
Y, se llegará a ver que los resultados de las transacciones tampoco llegarán al conocimiento del público.
Para eso, entre otras cosas, el presidente necesitaba su congreso; ese dispositivo gomígrafo que, sin discutir ni leer, sanciona favorablemente todo lo que se “conceptualiza” y se despacha desde el gobierno.
Porque, para realizar la venta de acciones de una propiedad del estado, aunque las declaraciones no lo establecen, se debe recurrir a la aprobación del congreso.
Porque, al caerse estrepitosamente la financiación brasilera, en medio de los múltiples escándalos que han involucrado a funcionarios públicos y privados de ese gran país, y también de aquí, el gobierno andaba como gallina tuerta tratando de buscar una salida que dejara su orgullo satisfecho de no haberse plegado a las “tentaciones’ del sector privado que monopoliza en mercado eléctrico.
Sin dar su brazo a torcer en el pulso interno que había motivado este exabrupto.
Y, una venta accionaria, ha sido el subterfugio elegido para que se pueda tolerar el bochorno sin que el orgullo se sienta zapateado en el trasero.
Porque las plantas de Punta Catalina, fueron concebidas para competir con ese conglomerado de prácticas monopólicas, como la gran mayoría de empresas grandes que operan en el país
Era el canto del gallo dueño del patio al amanecer del nuevo gobierno, que se estrenaba como un pollo que se creía de calidad y con espuelas afiladas para cortarle el “cocote” a esos pollitos pelones.
Además,se decía que el proyecto era para conseguir una reducción en los precios de generación que debían impactar positivamente en los precios al consumidor final que sigue pagando la energía más cara de la región.
Y, los consumidores, creyendo en las palabras de su nuevo gobierno, cantaban las eternas rimas del maestro Gustavo Adolfo Bécquer:
“Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a tus cristales,
jugando, llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres…
ésas …. ¡no volverán!”
Pero han vuelto las mismas oscuras golondrinas en el mercado sus plantas a financiar.
Ahora, los pollitos becquerianos podrán sacar sus espuelas financieras, dejándole un golpe de bolsón al gallo propagandista que se creía dueño del patio y también de la gallera, sabiendo bien de quién eran los terrenos donde estaba construida.
Porque, por un asunto de Jus Soli, esas plantas tenían quien les escribiera desde antes de que se pusiera el primer“bló”, piedra angular de un destino manifiesto.
Probablemente ahora, finalmente, se concluya el pacto eléctrico, luego de alcanzar el pacto financiero que coloca las fichas según la voluntad del rey Midas y suficiente lubricante para la boa en la mesa de componendas negociadas.
Probablemente, se llegue a consenso sobre los contratos eléctricos con acuerdos similares a los llamados “Acuerdos de Madrid”, para dejar los precios como “necesitan” los que controlan el sector y que las tarifas continúen iguales.
Y.
¡Pax en las alturas!