Kelvin Peralta Madera
Como actos de Barbarie podemos definir los hechos delictivos, acontecimientos de salvajismo y de crueldad que tan frecuentemente vemos en los medios de comunicación en estos días y peor aún, crímenes cometidos por menores de edad que rayan en lo insólito, en lo inconcebible y ni siquiera imaginable.
Las sanciones con las que cuenta el sistema legal parece que no se acercan siquiera a poder sancionar o corregir a los criminales o personas malvadas que comenten actos tan atroces como el de violación en todas sus escalas y particularmente las de menores de edad; cada vez son más los crímenes abominables que nos aquejan, sin expectativas de una solución cercana.
Es un hecho que el Gobierno tiene un gran reto con relación a la realización de campañas de prevención, de concientización, de formación para los ciudadanos y ni hablar de la aplicación de todo el peso de la ley para los infractores. Vivimos momentos de crisis en términos de familia, de instituciones, de falta de voluntad por parte de las autoridades llamadas a actuar así como por causa de muchos otros factores que inciden en los altos índices de la criminalidad imperante, drogas, desempleo, etc. Resulta alarmante que hoy en día se perciba cierta inmunidad frente a los factores que inciden directa o indirectamente con estos males que nos aquejan, ¿es probable que ello contribuya aún más a que sigan produciéndose?
Se nos promueve en los medios de comunicación la denigración a la mujer, el atropello contra ellas y la promoción de antivalores como el consumo de las drogas, el dinero fácil, entre otros. La música es un elemento esencial en la influencia de las sociedades, en la nuestra, algunas canciones de ritmos contagiosos y urbanos de moda promueven el crimen y entre el “dale duro” y la sordera de las autoridades que no hacen nada siguen muriendo mujeres a manos de hombres insensibles, algunos elevados por el mal de las drogas que les nubla la razón y todo es una cadena. Ya vemos normal que en horas de la tarde los programas de televisión que no discriminan audiencia de menores nos presenten mujeres casi desnudas bailando, el lenguaje sucio en la radio y otras maravillas sin filtro que bombardean a diario a todos sin excepción.
Se dice que en la humanidad todo es cíclico y se padecen los mismos males una y otra vez; en este caso, entre el whatsapp, Facebook, otras redes sociales y los medios de comunicación, se ha creado una generación que evidentemente no tiene comparación y donde el mal y los antivalores se cultivan y muchas veces se celebran. Esta tecnología e influencia masiva de medios y redes sociales sin colador crean el cóctel perfecto junto a la falta de políticas públicas definidas y claras para combatir los crímenes y delitos para que se fomenten cada vez más los antivalores, crezca la delincuencia y sean más frecuentes los crímenes cometidos por seres humanos de todas las edades, en una cultura de autodestrucción a la vista de todos.