En San Fernando de Monte Cristi, desde antes de la llegada de los españoles se ha venido pescando; siendo la pesca un medio de ganarse el sustento de muchos individuos y familias.
El litoral costero que fue testigo de la llegada de todos los imperios y países que han venido a buscar riquezas en nuestras aguas y territorios desde España, Inglaterra, Alemania, Italia, Portugal, Holanda, y el imperio presidencialista norteamericano y, por último, el imperio pedigüeño y depredador medioambientalista de Haití.
Por décadas se ha venido advirtiendo respecto a la sobre explotación pesquera por medios tradicionales, como la pesca a cordel, palangres, submarina a pulmón y usando compresores.
Y este verano ha explotado la realidad que se veía venir.
La crisis ha explotado como una lucha entre grupos de pescadores y autoridades de medio Ambiente que, por fin, han decidido intentar aplicar la ley que prohíbe el uso de redes de arrastre, llamadas chinchorros, con capacidad para capturar todo aquello que se encuentren a su paso.
Esas mallas, capturan todas las espacies de peces, crustáceos y moluscos de todos los tamaños, produciendo un efecto nocivo en la proliferación de las especies al capturar y comercializar hasta a los alevines.
Constituye una explotación irracional y estúpida.
Y las autoridades siempre anunciaban que iban a aplicar la ley.
Entonces, al iniciar este mes de agosto, se comenzó a reforzar la prohibición, desatándose fuertes protestas por los sectores ligados a la actividad, bloqueando calles con todo tipo de objetos, basura y gomas incendiadas.
Ha sido la forma utilizada para responder a las intenciones de las autoridades.
Desde hace varias décadas se venía evidenciando una disminución en los volúmenes de pesca, y se afirmaba que llegaría el momento en que habría que tomar medidas drásticas para regular esa actividad.
Las mismas autoridades venían siendo morosas en la aplicación de la ley, siendo esa morosidad, parte del oscuro panorama que ahora se evidencia, porque las personas dedicadas a la pesca eran, y todavía siguen siendo, libres de pescar lo que desearan, siempre que no fuera de público conocimiento.
Como era de esperar, esa falta de controles en “Caza y Pesca” ha tenido serias repercusiones para el Medio Ambiente Marino y, hasta para los mismos pescadores profesionales.
Ahora, los pescadores tienen que ir cada vez más lejos, con mayores gastos, mayor tiempo y menores resultados.
Y a todo lo anterior se suma la presencia de ciudadanos haitianos que, como están acostumbrados a depredar todo sin contemplaciones, continúan como si no se hubiera advertido sobre el cese de uso de las redes.
Viven esos extranjeros ilegales, mesclados con dominicanos, principalmente en el antiguo barrio de Turquilán (Turks Island), llamado ahora Salomón Jorge, que ha sido el foco principal de las protestas.
Y, en sus actividades, no solo usan las redes que “barren” con todo, también usan explosivos y venenos para atacar humedales y arrecifes, aniquilando todo ser viviente en los ambientes donde riegan los tóxicos o explotan sus artilugios.
Algunos usan venenos industriales, mientras otros preparan “bombas venenosas” usando raíces y hojas de plantas toxicas; y como explosivo, usan principalmente el carburo de calcio, que antes era usado para producción de gas acetileno en lámparas para iluminación.
Los tóxicos y explosivos, asesinan las especies comercializables en todos sus tamaños y también todas aquellas que no lo son, dejando los ecosistemas yertos, totalmente sin vida de ningún tipo.
Arrasados de toda vida.
Los haitianos, y algunos dominicanos con ellos, ha “acatado” la prohibición tardía y negligente durante las horas del día, dedicándose a realizar sus actividades por las noches con peores resultados para el medio ambiente.
Esas capturas nocturnas, luego son secadas bajo el sol, “procesadas”, empacadas y enviadas hacia Haití, y de eso parecería que las autoridades no se enteran.
Las calles del barrio Salmón Jorge, donde residen los pescadores en su gran mayoría, se mantuvieron varios días ocupadas por la policía anti disturbios, y los escombros quemados y humeantes seguían en medio de las vías, alcanzándose una calma tensa y agorera.
Ambos grupos en pugna, esperan que el otro contendor ceda por cansancio, o por la misma dejadez de los funcionarios que siempre se espera y que ha permitido alcanzar este caótico estado de cosas.
Las autoridades, parecen haberse conformado con la calma que produjo su presencia y no parece que haya alguna labor de inteligencia que procure detectar los ilícitos que se siguen cometiendo, porque algunos realizan sus depredaciones durante el día, escondiendo los resultados para retirarlos por las noches
Los pescadores y depredadores inclementes, esperan que las autoridades vuelvan a relajarse en la zona de confort en la que han venido habitando sin darse por aludidas de la crisis que crecía como una bola de nieve que aún sigue amenazando el futuro.
Parece que es mejor para el futuro del medio ambiente que las autoridades continúen en las rebatiñas políticas por las botellas y “beneficios” que produce la actividad partidaria y sectaria.
Esa actitud de ambos grupos, presagia el fin de la pesca en las costas del noroeste de la República Dominicana, cuando se alcancen los niveles de depredación de las costas haitianas.
Llegaran a donde siempre se dijo que llegarían.
Unos perderán sus fuentes de trabajo y sustento por haber depredado en medio ambiente, mientras los otros seguirán felices en su depredación del erario.
¿Los haitianos?
Eso parece no importarle a nadie con autoridad en el país.