Ha llegado el momento de partir para muchos funcionarios del gobierno del estado y, por su desempeño menos que mediocre, algunos dominicanos sienten el deseo de entonar la melodía de un viejo merengue que retrataba un momento crucial de nuestra vida republicana, cuando se produjo una revolución de los presos políticos de la Fortaleza Ozama el 23 de octubre de 1903.
-coro-
“Se va Horacio, se va, se va el General Luis; ya tiene la batuta Alejandrito Gil” …
Se fue Bautista Rojas, por ser absolutamente incapaz de defender los bosques nacionales de la depredación de propios y extraños. Nuestros bosques, están siendo convertidos en carbón para exportar hacia el vecino cercano y hacia otros vecinos que hacen uso intenso de parrillas a carbón.
Los pinares, al ritmo de Bauta y sus “permisos” para rejuvenecerlos y “sanar” el bosque enfermo, vamos a quedarnos solo con el recuerdo de cómo eran.
El peor ministro de medio ambiente, ha dejado depredar los ríos y, con el eufemismo de la “canalización”, las granceras siguen con su negocio floreciendo; y dejado derrumbar cerros y montañas para rellenos y extracción de agregados.
Se fue Ligia Melo, afirmando todavía que su desplante a la joven haitiana-dominicana no fue por sus “tusas”, sino porque no tenía aspecto de “estudiante de maestría”; como si existiera un estereotipo de estudiante de “cada cosa”.
Cayó, cual Anacaona en Jaragua, en la trampa de los conspiradores de la xenofobia, los prejuicios y la desnacionalización.
¿De qué será el aspecto de Ligia Melo? ¿Tonta senil?
Se fue Jaime David Fernández, se fue de donde nunca debió estar; y parece que él mismo lo entendía así por su dejadez y falta de empatía con los deportistas dominicanos; como si ese ministerio fuera su castigo para cobrar por ser Mirabal.
Se fue Fernando Fernández, pareciendo que nunca entendió de que iba la cosa.
Se fue Jose Antonio Rodríguez, porque parece que a era tiempo de que se fuera.
César Pina, seguro va a consultar con el padre en su bufete donde, tal vez no tenga que bregar con Abelito el abogado del señor aquel con más suerte que las pilas siempre listas. Eveready, con el dulce minino negro.
Maritza Hernández, de seguro irá a alguna entidad de los que fueron sus reales patronos en las asociaciones de empresarios e industriales que complació como nadie lo había hecho antes.
Jorge Minaya, debe estar haciendo pucheritos porque se le ha roto su joven botella, aunque es seguro que siga cobrando como todos los funcionarios salientes a los que su partido nunca abandona asignándoles Ministerios Botelliles virtuales a cuenta, vía nominillas.
Se fue Roberto, y se queda el Zoo-Roberto con su grotesco capricho infantil inconcluso; salió, argumentando que, “salir de la alcandía no significa que abandone la ciudad”; refiriéndose a la misma ciudad que abandonó a su suerte desde que fue electo para la alcaldía que lo hizo invisible e intratable, pagando el desaguisado del “malecón libre” y las piscinas de Güibia que llevaron el jolgorio a una zona digna de mejores momentos.
Algunos se fueron mientras otros han hecho de canguros, saltando ministerios como escarabajos peloteros abriendo sus élitros fecales.
Me temo que Temo, tendrá que seguir cobrando por asegurarles el negocio a industriales y aguarles la sangre a los consumidores sin regular ni controlar nada.
Domínguez Brito, ahora como procurador de Medio Ambiente tiene que procurar hacer la tarea que dejó el otro abandonada y procurar que los desaprensivos y los haitianos no hagan carbón también con su gestión, como la de Bauta Rojas que permitió que nuestro país alcanzara en mérito de ser el mayor exportador de carbón de las Américas.
Carlos Amarante, bueno, como se lo digo. Cualquiera piensa que después de chocar con una escuela, no le habrán quedado deseos de tener el mayor presupuesto que ministro alguno haya manejado, haciendo planteles hasta en los bancos de un rio y algunos humedales inundables.
En el Ministerio de lo Interior, tendrá que ver con la nueva policía que ha sido una escuela de lo que todos saben.
No es de estas notas la idea de que se compró un diputado con el dinero de las escuelas, porque seguirá diciendo que son acusaciones falsas del PPH que se inventó el despilfarro clientelar y el desfile de yipetas de colores.
Alejandrina, va administrar las becas de Ligia Melo -eran de ella-; a lo mejor entiende que en esa cartera hay que trabajar asignando también esas oportunidades a los hijos de los “compañeritos”, para formar las generaciones que han de continuar la dictadura del partido.
Monchy, a lo mejor le buscar en el Ministerio de Trabajo otra botella al sobrino para que tenga tres, porque siempre “van por más”.
Andresito, disciplinada y educadamente, va a educación, cuando ya no se van a seguir construyendo escuelas que, como arquitecto, hubiera podido orientar mejor que el licenciado Amarante.
José Del Castillo, suelta la papa caliente de las mentiras semanales del abuso con los precios de los combustibles, habiendo dejado intacto el perfil agiotista de los precios de la economía, algo que nunca entendió como parte de sus responsabilidades.
Mientras tanto, los demás que se quedan, ¡wepa!!! ¡Que siga la fiesta!