Gabinete reciclado

Por Grisbel Medina

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El presidente Danilo Medina inició el pasado 16 de agosto otro ciclo gubernamental. Tiene cuatro años más para reinar en el Palacio Nacional y mover los hilos de la nación. Vestidito de blanco verbalizó un discurso capaz de inspirar a cualquiera, recreando los aciertos del primer gobierno y citando aquellas áreas que priorizará en lo adelante. En definitiva, el hombre ha prometido una gestión para la historia.

Estar al lado de la gente honrada es otra de las afirmaciones de Danilo en el Congreso Nacional. Y para asegurarse de eso ha bajado una línea vía el ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta sobre la política de transparencia y eficiencia que deben “observar” los  nuevos funcionarios.

El detalle es que con escasas excepciones, Danilo Medina ha reciclado un gabinete. Solo movió fichas de un lado para el otro. Algunas, como el caso de Miguel Vargas Maldonado destinado a la Cancillería raya en lo absurdo, cuando el antiguo inquilino Andrés Navarro había labrado un camino que comenzaba a ofrendar frutos. Eso chocó tanto que Vargas se desmayó en plena Catedral.

A la cuestionada designación de Vargas Maldonado, súmele el cambio de Francisco Domínguez Brito al Ministerio de Medio Ambiente. Ciertamente el hijo de doña Elsa ha sido un abanderado de la ecología y es un doliente del ambiente, pero el perfil de sus luchas cotidianas no va acorde al sitio salpicado de los desastres de Bauta.

Adicionalmente, en el reciclado gabinete solo hay cuatro mujeres, algunas de ellas en funciones poco relevantes. ¿Cómo alimentar la democracia con equilibrio y pluralidad en un equipo tan desbalanceado?

Danilo Medina es un presidente puntual con sus compromisos. Atrás dejó el legado del antecesor que se hacía esperar por horas. El pueblo sabe que Danilo suele llegar minutos antes a las ceremonias donde confirma. Así se necesita que sea en temas relevantes para el país. Palabrería es derramada en cada elección, en cada toma de posesión. Hace falta ver los hechos. Que el “vigoroso programa de fomento de la transparencia, la institucionalidad y lucha contra la corrupción”, anunciado el día de la Restauración de la República, no se escurra en el tiempo.