Por Kelvin Peralta Madera
Cuando hablamos de una administración de justicia o Poder Judicial en crisis es porque evidentemente los hechos revelan que es así. Los recientes escándalos de corrupción de parte de jueces que vendían sentencias y que hacían y deshacían amparados en su investidura y poder;la denuncia pública hecha por el Magistrado Mariano Germán, Juez Presidente de la Suprema Corte de Justicia de las carencias en el sistema operativo o administrativo de la justicia donde en la actualidad decenas de tribunales no están funcionando u operan con mucha estrechez ante la falta de la asignación de presupuesto correspondiente y el no cumplimiento con el 2.66% que manda la ley, y otros factores que no solo manchan el buen desenvolvimiento judicial sino que más que ello ponen en riesgo nuestro “Estado de Derecho” que tanto esfuerzo y sacrificio ha costado.
Y continuando con la problemática en cuestión, hace tiempo que los que ejercemos la profesión de abogados vemos que en los Tribunales de la República las demandas o acciones judiciales pasan a ser conocidas y juzgadas por jueces interinos y no por los titulares de cada Sala o Tribunal. No obstante lo delicado de la instrumentación de determinado proceso, las medidas que hay que tomar y la experiencia que se requiere por parte del juzgador, de cuando en vez y de hecho se ha tornado muy frecuente, el proceso cae en manos de un “interino”, ya sea porque el titular está de vacaciones o porque esté tomando un curso, en fin por la razón que fuere.
No estoy en contra de la figura de los jueces interinos, ellos vienen a suplir un rol importante ante un estado de carencias, ni tampoco cuestiono la capacidad de muchos, que esforzados en una Escuela de la Magistratura forjan sus sueños en ser Jueces y entiendo que también existen los que tienen vocación real a la Magistratura como carrera de vida. Me refiero a los que se prestan a manipulaciones y jugarretas de parte de abogados y con o sin intención terminan enmarañados en una situación donde violan la ley, inclinan la balanza a favor de una parte del proceso y mal aplican todo convirtiéndose más que en jueces en partes del caso que están llamados a conocer en apego a las leyes y la Constitución de la República.
Soy opuesto a ventilar mediáticamente los casos en los que soy abogado, pero les confieso que sentir la impotencia de un abuso en justicia no es nada fácil, y en este caso, mi reflexión con los interinos viene porque en años de ejercicio profesional nunca había visto la saña de una red de interinos mal juzgando a diestra y siniestra, con un interés demasiado marcado, con una armoniosa sincronización en diversos grados del proceso, primer grado y segundo grado, torciendo y tratando de enderezar su desastre. Es grave cuando el Estado debe garantizar que recibamos una justicia digna y justa, y no lo hace, y peor aún, he visto ya tantos interinos que sin temor a equivocarme y sin exageraciones vale preguntarse ¿Y dónde están los Jueces Titulares?