La tuerca que no quiso que Alonso fuera Senna

Parecía invisible, como esos fantasmas de película que atraviesan personas y cosas y siguen camino. Indemne. Llovía y un coche azul se deslizaba en el asfalto mojado, pasaba a unos y otros en un abrir y cerrar de brazos y manos en el volante. Pilotaba Fernando Alonso con los ojos encendidos y la sonrisa de genio loco dibujaba entre gotas del casco. Salía decimoquinto y llegó sexto al final de la primera vuelta, era líder en la decimosexta, adelantando por fuera, por dentro, en el medio de varios monoplazas. Llegó incluso a doblar a su gran rival por el título, el Ferrari de Michael Schumacher. Eso fue capaz de hacer con un Renault azul y amarillo con el número uno y neumáticos Michelin el piloto asturiano. Y cuando era líder y volaba hacia una victoria histórica sucedió. Y vimos a Alonso en la escapatoria salir del coche parado con una rueda suelta y echarse las manos a la cara y maldecir al cielo y… abandonar una carrera que era suya más que ninguna otra en una metáfora de su carrera deportiva.

Ahora lo recuerda, diez años después. A su manera. “Fue una carrera muy buena, una de las mejores que he tenido en lluvia y siempre es divertido cuando vas un poco más rápido que los demás, intentas adelantar por el interior, el exterior… por todos los sitios y parece más un videojuego que una carrera”, dice. Parecía, pero no, era un piloto jugándose la vida en busca de la gloria. Sin pensar. Sin dejarse nada. Con el alma mojada y la suerte para otros. Ganó Button. “Fue divertido hasta que la tuerca falló y abandonamos ese gran premio; sino seguramente habría sido una victoria recordada como en el pasado algunos mitos ganaron en lluvia cuando no se esperaba y faltó esa pequeña guinda a ese domingo”. Se acuerda de los mitos. De Senna. Sobre todo y ante todo. De Mónaco 1984 cuando el brasileño fue segundo bajo la lluvia con un Toleman o Donington 1993 cuando pasó a Mansell, Prost y Schumacher en la primera vuelta bajo la lluvia. Y ganó. No lo hizo Alonso aquel día, llegarían otras exhibiciones, pero siempre recordaremos el día que Alonso pudo ser Senna. Y dejó un recuerdo de emoción. Para siempre.

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