Por: DOMINGO CABA RAAMOS
La profesora, me dicen, apenas tiene un año y meses ejerciendo el trabajo escolar. En la universidad se graduó de licenciada en Bioanálisis, y en lugar de buscar empleo en un laboratorio clínico para luchar con pruebas clínicas, tales como hemograma, orina, coprológico, ácido úrico, PSA, colesterol, tipificación sanguínea, etc., se le ocurrió concursar para optar por un puesto docente en el Ministerio de Educación . Aprobó el concurso, y ahí la tenemos impartiendo clases de Química y Biología en un liceo nocturno perteneciente a la regional de educación de Santiago.
Un día de estos, la susodicha bioanalista con traje de “maestra” le envió a una compañera de trabajo, vía whatsapp, el mensaje que a continuación se trascribe:
«Felicidades tanto a los jóvenes k los conozco y sé k son excelente académicamente y en lo conductual también Los resultados serán positivo buen trabajo
Prof. Felicitaciones»
Como se puede apreciar, para la “educadora” que así escribe, los signos de puntuación ya no se usan , la conjunción copulativa “que”, cual escritor juvenil, se representa gráficamente con la consonante k, y la concordancia de número entre sustantivo y adjetivo parece haber perdido su esencia normativa. Por eso escribe “jóvenes excelente” en vez de “jóvenes excelentes” y “resultados positivo…”, en lugar de “resultados positivos…”
Tengo informe fiel de que así como esa “profesora” escribe para la confidencialidad, lo hace también frente a sus alumnos. ¿Vale entonces la pena mantener a personas con semejante incompetencia lingüística impartiendo docencia en las aulas dominicanas?
Pero no solo ella. Otra “maestra” le remite una nota de invitación a la amiga, expresándole aquello de que « Será bien recibida en mi casa k ise»
Es por eso que cuando escucho al actual ministro de educación, Carlos Amarante Baret, hablar de revolución de la escuela dominicana, no puedo evitar que la más irónica o sarcástica de las sonrisas se dibuje en mi mulato rostro