El Tsonga-Isner no está ni entre los diez partidos más largos

El abismo estadístico que impuso la llegada de la Era Open al tenis, en 1969 (parecido a lo que sucede con el baloncesto y la ACB en España, donde solo se cuentan estadísticas oficiales a partir de 1985) ha terminado por sembrar la confusión en lo que concierne a récords de duración de partidos. Y así, reina gran desconcierto de cifras sobre la victoria de tercera ronda que Tsonga firmó ante John Isner, con 19-17 en el quinto set, después de cuatro horas y 24 minutos en la Pista 12 (sin contar los parones por la lluvia).

Solo en Wimbledon se acumulan siete partidos de más de cinco horas (a la cabeza, evidentemente, la gran plusmarca de Isner-Mahut, la ‘cuenta larga’ de once horas 24 minutos en 2010)… y otra docena que superó las cuatro horas y media de acción. Entre los duelos con más de cinco horas de extensión horaria en el All England, podemos hallar el Cilic-Querrey (2012, cinco horas y 31 minutos), Holmes-Witsken (1989, cinco horas, 28 minutos), o el Schüttler-Clément de 2008 que se iguala en cinco horas y 12 minutos con aquel célebre combate de 1969 entre Pancho Gonzales y Charles Passarell.

Todo esto era hasta 2014. Entre los partidos de menos de cinco horas en Wimbledon, pero aún claramente superiores en duración al Tsonga-Isner se halla, entre otros, la gran final de Nadal y Federer en 2008, que se extendió a lo largo de cuatro horas y 48 minutos de juego.

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