Alan Mills, el árbitro y Teniente de la RAF que siempre regresa

A la caída de la tarde del jueves, algunos observadores ya veteranos en el All England pudieron reconocer en el ‘Parking’ reservado a los socios del club a una figura aún enhiesta a sus 80 años: Alan Ronald Mills, Caballero del Imperio Británico, y legendario árbitro-jefe (‘referee’) de Wimbledon entre 1982 y 2005. Mills arbitró la memorable final de 1984, donde John McEnroe solo concedió cuatro juegos a Jimmy Connors (6-1, 6-2, 6-1)… con 74% de primeros servicios y solo tres errores no forzados en la estelar cuenta de SuperMac.

En 2001, en Eindhoven, Alan Mills arbitró la eliminatoria Holanda-España de Copa Davis, con triunfo holandés. Y allí relató a AS su imborrable despedida de aquella final de 1984 con John McEnroe en todo su ácido esplendor: «Congratulations, Mr. McEnroe, no recuerdo haber visto a nadie ganar una final en Wimbledon con solo tres errores no forzados». A cambio de esa felicitación, lo que Mills recibió, según su mismo relato, fue una sonrisa torva antes de unas palabras ácidas de ‘SuperMac’: «Siento decirle, Mr. Mills, que yo solo recuerdo un error no forzado por mi parte… y dos malas decisiones suyas».

En diciembre de ese mismo 1984, en la final de la Copa Davis Suecia-EE UU (en Gotemburgo), Mills, como juez árbitro, anduvo cerca de descalificar a Jimmy Connors por los insultos que Connors dedicó a George Grime, infeliz árbitro de la derrota de Connors ante Wilander. Connors escapó solo con una multa de 2.000 dólares, después de haber pedido perdón a Grime a instancias de Mills, quien ahí actuó, literalmente, en sentido arbitral.

Nacido en 1935 en Stretford, Lancashire, y residente en Surrey, Alan Mills sufrió muy de cerca los bombardeos alemanes de la II Guerra Mundial en la zona de Liverpool. Eso le animó a militar en la Real Fuerza Aérea (RAF), donde alcanzó el grado de Teniente… antes de dedicarse al tenis.

En 1959 y 1962, Mills alcanzó los octavos de Wimbledon y entre 1959 y 1964 defendió tres veces al Reino Unido en la Copa Davis, donde fue el primer hombre en ganar un partido con un triple 6-0: en 32 minutos y en la edición de 1959. Después fue entrenador y árbitro, aunque nunca deja de recordar cómo fue el primer británico que derrotó a una joven estrella de 20 años llamada Rod Laver: «Fue en Hurlingham, en 1958. Creo que les arruiné el torneo». A la caída de la tarde, en el ‘Parking del All England, la figura enhiesta de Alan Mills, con todos sus galones y del brazo de su Lady Fredda, es aún la figura de esos viejos guerreros que jamás se extinguen, solo desaparecen entre las sombras del crepúsculo. «Es un honor que me recuerde, señor. Y dé un abrazo a todos mis amigos de España».

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