SANTO DOMINGO ESTE. Mientras llega el día en que viajará a Orlando, Florida, ciudad donde falleció su hijo la madrugada del domingo en la matanza ocurrida en la discoteca gay Pulse, Altagracia Montero recuerda que le decía al joven que se cuidara en los Estados Unidos cuando escuchaba noticias de tiroteos con múltiples muertos.
“Yo siempre le decía: Mi hijo, ten cuidado, porque por ahí hay muchos locos”, recuerda la madre, quien dice que su hijo le respondía: “Ay mami, tú siempre estás pensando y diciendo que el Señor te dijo, y que tú sientes. No mami, eso no es ná’, yo estoy tranquilo”.
Montero no tiene mucho conocimiento sobre el Estado Islámico, el grupo terrorista a quien se ha llegado a vincular el atacante que originó la matanza en la discoteca. Solo comenta que “esos son esa gente que cree que si mueren van a revivir”.
Sin embargo, entiende que debería aumentarse la seguridad. Del atacante especula que podría ser del tipo de personas que sus padres no le dieron cariño y no conocen “el amor de Dios”.
“El venía el mes que viene a buscarme”, dice Montero, de 42 años, al referirse a que estaba en proceso de obtener sus papeles migratorios para irse a vivir a los Estados Unidos por pedido de su hijo Oscar Aracena, de 26, hoy asesinado.
Aracena se crió en un ambiente cristiano en el ensanche Ozama. Emigró a los Estados Unidos a los 18 años y en ese país se desempeñaba como gerente en un McDonald’s. Vivía con su pareja en Orlando, quien también falleció en el tiroteo.
La familia del asesinado recuerda que el año pasado, para esta fecha, estuvo en la República Dominicana. Ahora Montero se prepara para viajar entre el jueves y viernes a ver su cuerpo sin vida, con una visa humanitaria otorgada por la Embajada de los Estados Unidos.
“Solo le pido a Dios que me dé fuerzas”, expresa la madre con voz acongojada.