ALFREDO CRUZ POLANCO
No sucede nada grande sin que intervenga el azar” Miguel Eyquem, filósofo francés.
La mayoría de los dominicanos que nacieron al final de la década de 1960, sobre todo los jóvenes de hoy, ignoran algunos de los acontecimientos políticos más importantes ocurridos en nuestro país durante ese período. Entre ellos se encuentran los siguientes:
El 30 de mayo de 1961 fue ajusticiado por un puñado de valientes y decididos dominicanos, el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en la avenida que hoy conocemos como 30 de Mayo.
El 20 de diciembre de 1962 es elegido Presidente Constitucional de la República el profesor Juan Bosch, con casi el 60 % de los votos, en las primeras elecciones libres y democráticas, luego de la dictadura trujillista, el cual toma posesión el 27 de febrero de 1963.
El 25 de septiembre de ese mismo año, el Gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, fue derrocado por un golpe militar, con apenas 7 meses de ser juramentado.
Ese golpe de Estado militar fue encabezado por el coronel Elías Wessin y Wessin y por un general conocido como Antonio Imbert Barrera, “héroe nacional”, el cual está siendo muy cuestionado por sus acciones antipatrióticas y antidemocráticas cometidas posteriormente a su participación en el tiranicidio. Este señor recién acaba de morir.
El 24 de abril de 1965 estalla en nuestro país una revuelta popular constitucionalista, organizada por el héroe, líder militar y mártir, el insigne coronel Rafael Fernández Domínguez, dirigida por otro héroe nacional, el coronel Francisco Caamaño, la cual tenía como objetivo la vuelta a la constitucionalidad, es decir, restituir o devolverle la presidencia de la República al profesor Juan Bosch.
El 28 de abril de 1965, 42 mil marines de la Armada de los Estados Unidos y de otros países, invadieron la República Dominicana para aplastar dicho levantamiento popular.
Llama la atención que los Estados Unidos le habían declarado la guerra a Vietnam y allí solo enviaron 23,000 marines. Como coincidencias e ironías del destino, acaba de morir el inmortal y ejemplo del deporte, el tres veces campeón mundial de los pesos pesados de Boxeo, el carismático Mohamed Ali, circularon muchas fotos de la vida de esta figura legendaria, paradigma de la dignidad humana, gran luchador de los derechos humanos, de las desigualdades sociales, de las injusticias y la discriminación racial.
Una de esas fotos, que ha pasado desapercibida, muestra a dicho atleta leyendo en un restaurante un periódico norteamericano del año 1965, recién firmado como profesional del Boxeo, luego de haber conquistado la medalla de oro en los juegos olímpicos de Roma de 1960, con apenas 22 años, lo que consideramos un testimonio para la historia reciente de nuestro país. En ese periódico podemos leer un gran titular en inglés que expresa que el Presidente de los Estados Unidos de ese entonces, Lyndon Baines Johnson, informa con orgullo al mundo el envío de unas 4,500 tropas de marines a la República Dominicana, para sofocar dicha revolución.
Para ello contó con la aprobación y el aval de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la cual conformó la genocida y absurda “Fuerza Interamericana de Paz” (FIP), que de paz no tenía nada, porque fue enviada a matar y a pisotear, con sus botas, nuestra soberanía.
Como ironía de la vida, este criticado y desacreditado organismo se reúne en este país, del 13 al 15 de los corrientes, 51 años después de que autorizó un genocidio a nuestra nación. Propicia es la ocasión para que le exijamos cuentas a este organismo, por los crímenes, abusos y tantas violaciones cometidas a los derechos humanos de los dominicanos.
El pasado 30 de mayo se conmemoró el 55 aniversario de la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien a base de sangre y fuego, gobernó este país por más de 30 años, como si fuera una finca de su propiedad.
Para las presentes y futuras generaciones, queremos dejarles estos testimonios, pues consideramos que los mismos no deben pasar desapercibidos, porque los pueblos que no conocen su pasado, están condenados a repetirlo.
El autor es Contador Público Autorizado y Miembro del Pleno de la Cámara de Cuentas de la República.