La otoñal primavera de Roland Garros se cerró con la proclamación de Novak Djokovic como uno de los ocho tenistas de todos los tiempos que completan lo que se llama un ‘Career Grand Slam’ o ‘Grand Slam de Carrera’: esto es, conquistar al menos una vez cada uno de los cuatro torneos del Grand Slam: ‘Grand Chelem’, en francés.
Campeón en Australia y, por primera vez, en París, Djokovic aún puede cerrar este 2016 con la conquista de lo que sería un Grand Slam ‘puro’: los cuatro grandes torneos en el mismo año. Para ello, Novak, ya con 12 títulos de Grand Slam en total, solo necesita confirmar su dominación en Wimbledon, desde el próximo lunes 27, y el US Open, en septiembre. Los otros siete jugadores que han completado los cuatro torneos del Grand Slam antes que Djokovic son Fred Perry, Donald Budge, Rod Laver, Roy Emerson, Andre Agassi, Roger Federer y Rafa Nadal. Solo Budge y Laver (1962 y 69) firmaron un Grand Slam dentro de un año natural. Entre oleadas de gritos constantes que voceaban el apodo cariñoso de ‘Nole, Nole’ con que los sus ‘fans’ (mayormente) llaman a Djokovic, y a 18 escasos grados, la Philippe Chatrier fue algo muy parecido a la Sala Pionir de Belgrado, aunque al aire libre del Bosque de Bolonia. El primer título de Djokovic en el evento parisino de Grand Slam sobre tierra batida se materializó al batir a Andy Murray con tanteo de 3-6, 6-1, 6-2 y 6-4. El polo de juego de Djokovic era del color rojo (‘crvene’) que ahora usan los equipos nacionales de Serbia.
Todo pasó en tres horas y tres minutos. El serbio, número uno mundial, se repuso del mal primer set, hasta acabar apabullando a Murray, número dos… y con Nadal fuera del torneo por abandono antes de la tercera ronda. Esta es también la primera final de Grand Slam que Djokovic arrebata a Murray… fuera de las cuatro que ya le ganó en Australia. En 2012 y 13, Murray había vencido en US Open y Wimbledon… y llegaba de derrotar al serbio en la final del Masters 1.000 de Roma.
Murray gobernó la primera manga en 45 minutos, con 13 errores no forzados del nervioso Djokovic, que en el octavo juego discutió con el árbitro, el francés Damien Dumusois, por una presunta doble falta de Murray que se convirtió en ‘ace’. Pero el número uno salió brillantemente de las cuerdas con un segundo set que controló en solo 36 minutos: 6-1, gracias a un resto que torturaba sistemáticamente el segundo servicio de Andy Murray. El escocés iba a concluir con solo 22 puntos ganados en sus 54 segundos servicios (41%). Además, Djokovic le echó profundidad y paciencia a sus tiros de fondo y pasó a imponer su mano, como la zarpa de un lobo, en los intercambios de nueve o más golpes: de estos hubo 48, y Novak ganó 26. Entre cero y cuatro golpes, Djokovic ganó 63 de 116 intercambios. En puntos totales, la cuenta fue de 122-97 para Djokovic, que terminó trazando un corazón sobre la Chatrier, donde iba a dejarse caer… bajo la mirada deleitada de Guga Kuerten, inventor de esa iniciativa.
En un pantano de desequilibrio, a Novak Djokovic le bastaron 53 minutos para cerrar el último set con 6-4: justo lo que el nuevo campeón necesitaba para adquirir suprema confianza en sus opciones. En el set final, un Murray con apariencias de estar exprimido física y mentalmente dejó que Djokovic escapara con 5-2. El escocés aún recuperó hasta 5-4, pero, al tercer punto de partido, Djokovic templó los nervios, Murray estrelló un revés en la red y Novak llegó sonriente y triunfante a la doble meta: su primer Roland Garros y su ‘Career Grand Slam’. Antes de cantar, emocionado, el himno de Serbia, Novak Djokovic recibió la Copa de los Mosqueteros de manos de Adriano Panatta, campeón en 1976, pero con un galón añadido: Adriano, el bello italiano, fue el único capaz de vencer dos veces en París a un tal Björn Borg.