Casi cada vez antes de que aparezcan los paraguas sobre la Philippe Chatrier, estos días de primavera invernal en París, el primer presagio de lluvia llega cuando una figura menuda, con gafas peculiares, asoma con cara de curiosidad por la puerta de vestuarios, justo debajo de los palcos de más lujo (el de Ion Tiriac, por ejemplo). Se trata del árbitro suizo Andreas Egli, uno de los seis supervisores de la Federación Internacional para los torneos de Grand Slam, a las órdenes directas del juez árbitro del torneo, el sueco Stefan Fransson.
El turno de tarde de Egli en la Philippe Chatrier es el que negocia directamente en este Roland Garros y en la misma Chatrier con los aperreados protagonistas todas esas suspensiones provocadas por el temporal de lluvias (‘averses’) que descarga sobre París. Los otros cinco supervisores del torneo son Wayne McKewen, Soeren Friemel, Brian Earley, Donna Kelso y Pam Whytcross. Pero ninguno de ellos tiene una historia tan ‘española’ como la de Egli… que acaba de abandonar el torneo.
Residente en Alicante y casado con una española, Egli habla español a la perfección. Pero tras la jornada del miércoles, Andreas se despidió (de momento) de este Roland Garros. La razón es curiosa y atiende por el nombre de ‘Marat’: se trata de su hijo mayor, Marat Egli, que toma la Primera Comunión este mismo fin de semana en Alicante. Andreas llamó así a su hijo en honor de Marat Safin, número uno de la ATP entre 2000 y 01, y amigo personal de Egli. Y ‘su’ Marat es la razón de que Andreas Egli no vaya a asomarse, de momento, por ese córner’ privilegiado entre palcos y vestuarios… si es que vuelven a descargar sobre la Chatrier los chubascos o ‘averses’ de París.