Si vives o visitas Mano Juan, en la Isla Saona, procure no enfermarse, porque aunque existe una Unidad de Atención Primaria (UNAP), faltan medicamentos básicos y su planta física está tan sucia que, en vez de garantizar salud, podría agravarla.
La Unap, al igual que la escuela pública, están construidas en concreto, bordeadas de malezas que las convierte en presas fácil del enjambre de mosquitos y de moscas tábano, que en la actualidad atacan a los residentes en la isla, así como de arañas cacatúas, alacrán y ciempiés, entre otros insectos.
El establecimiento de salud está deteriorado, sucio, lleno de tela arañas, hay persianas rotas y negras de la acumulación de polvo y no hay sábanas para ponerles a las camillas para examinar a los pacientes.
En el centro de salud no hay conserjes, alega el enfermero, quien a veces, realiza las labores de limpieza, para que el sucio “no se lo trague” y hasta debe comprar los detergentes, porque el galón de cloro, de desinfectantes y de jabón líquido que les suministra el Ministerio de Salud Pública, llega con retraso.
En la Unap hay dos médicos pasantes de ley y dos enfermeros, que se dividen el trabajo en pareja y libran un fin de semana cada 15 días.
Era un viernes en la mañana, Edward, un joven vendedor de artesanía en la playa, acompaña; a al equipo de DL a la Unap, donde estaba Johnny Pérez, licenciado en enfermería y técnico en farmacia, además de ayudante del médico de turno, que según dijo, ese día salió temprano a una diligencia fuera de la isla.
En el récord, estaban los nombres de varios pacientes que el enfermero asistió solo, incluyendo una paciente que fue vista a las 12:30 de la medianoche, lo que puso en evidencia que el médico asignado no durmió en Mano Juan.
La muestra del registro de atenciones es para responder a la acusación que hacen los comunitarios, entre ellos Edwuar, de que en el centro asistencial no hay medicamentos.
Esa denuncia incomodó al enfermero, oriundo de San Pedro de Macorís, que fue contratado hace un año para trabajar en la isla.
Pérez negó la versión de la comunidad y abrió las puertas de la vitrina donde se guardan los medicamentos y que tenía varias cajas, solo que algunas estaban casi vacías.
También, le disgustó que se le preguntará si era cierto que, a veces, no podían atender a las personas en emergencia en horas de la noche, por falta de energía eléctrica.