Por Juan TH
Danilo Medina 62%, Luís Abinader 35%. Así comenzó y así terminó.
Con las primeras dos o tres mesas electorales contabilizadas, Roberto Rosario, sin que los demás miembros del pleno de la JCE lo supieran, violando no sólo la ley, sino el acuerdo con los partidos de oposición en presencia de observadores electorales, le otorgó 62% a Danilo Medina y 35% a Luís Abinader.
De ese modo se le daba continuación al plan fraudulento diseñado por Joao Santana junto a Danilo Medina y algunos ministros, que le costó al país alrededor de 50 mil millones de pesos.
62/35. Se repitió una y otra vez en las encuestas “independientes” y en las comprometidas del gobierno que las bocinas, cornetas, velloneras y megáfonos repetían una y otra vez, hasta el cansancio en los medios de comunicación.
El plan era meterle en la cabeza a la gente el 62/35 de la misma manera que lo hacen las empresas licoreras o de gaseosas. Las campañas publicitarias van directamente a la siquis de la personas. Trabajan en el subconsciente, y son muy efectivas. No es casual que de cada 30 spot del gobierno apenas la oposición colocaba uno. Algunos partidos no tenían recursos para pagar ninguno. El gobierno gastó entre 18 y 20 millones de pesos diarios durante meses con el rostro de Danilo y el número mágico, 62/35.
El conteo de Roberto Rosario comenzó con el 62/35. Y así terminó. ¿Coincidencia? ¡No! Se trató del plan que incluyó múltiples formas de fraude que ya fueron evidenciados por la oposición, pero que medios de comunicación, beneficiados de la campaña electoral, igual que grupos empresariales y religiosos, procuran ignorar, desconocer o silenciar.
“No hay razón para las quejas porque la diferencia es demasiado”, dicen. “Si la diferencia fuera de uno o dos puntos tal vez, pero Danilo casi dobla a Luís”, agregan. No saben o no quieren saber, que ese es el tamaño del fraude, que esa era justamente la idea.
El fraude fue grande, de unos 20 puntos. Poco más, poco menos.
El fraude se limitó a la boleta presidencial. No, en las demás boletas fue igual o mayor porque el hombre del tiburón podrido había advertido que necesitaba tener un Congreso que respondiera a sus intereses, porque después la oposición “no me dejaran gobernar” convirtiéndose en un justo y necesario contrapeso.
Las bocinas, cornetas, velloneras y megáfonos, cumpliendo la función por la cual le pagan, -miles de millones de pesos- dicen que las denuncias de fraude y las impugnaciones no son más que pataleos, (al que ni siquiera tienen derecho) pero que dentro de una semana todo volverá a la calma, aun cuando el Tribunal Superior Electoral continúe actuando como un Círculo de Estudios del PLD.
Luís Abinader está recibiendo presiones de todos lados, como la arepa (candela por arriba y candela por abajo) para que deje las cosas como están, que después del “palo dao ni dios lo quita”, que se olvide de todo y vuelva a comenzar. Le dicen que es joven, que tiene “mucho futuro”, que dentro de cuatro años las cosas serán distintas, entre otras pendejadas.
Sucede que así como el PLD compró o se robó las elecciones del 2012 y estas del 2016, lo intentará en el 2020, en el 24, el 28 y el 32, porque esa es su verdadera naturaleza.