Por Félix Jacinto Bretón
Este domingo -29 de mayo- en República Dominicana es el “Día de las Madres” y aunque no comparta mucho la fecha, porque en esta sociedad se ha comercializado, de todas maneras hay que recordar “a su vieja”, a las que están y a las que no están ya entre nosotros.
La mía partió el 11 de enero del 2007 a los brazos del Señor. Pero esto jamás ha significado que, por el hecho de que físicamente no esté en este mundo terrenal, pues la hayamos olvidado. Nunca!
Aparte de siempre tenerla presente -en los momentos malos y buenos, en los tristes y alegres- pues nuestra madre siempre está acompañándonos. Las flores nunca le faltan ni a ella ni a nuestro inolvidable padre Antonio. Ambos reposan juntos en el cementerio del kilómetro 11 de Licey.
Mamá, te fuiste, pero nunca te olvido. Tampoco tus enseñanzas. Dios te llevó a su lado y tu partida fue un duro golpe en la vida, de los que marcan, pero ya aprendí que hay que vivir y no permanecer en el pasado. Así lo hago, Madre, y camino hacia el futuro sabiendo que tu recuerdo estará siempre presente. Mis bendiciones, Madre mía, donde quiera que estés.”
A propósito -días antes de cerrar los ojos para siempre-le pedí a nuestra amiga, la profesora y poeta Rosa María Hernández Ortiz, que le dedicara un poema a la creadora de nuestros días.
Hoy se los dejo a mis lectoras y lectores, y es mi homenaje –aparte de una visita que hare a la tumba para llevarle un pucho de encendidas flores- a mi viejita querida del alma la cual, de seguro, desde el cielo vigila nuestros pasos.
Rosa María tituló sus versos “A TI, LUCILA MERCEDES BRETON”. Aquí se los dejo:
El tiempo agradecido de tus años
Hoy hace un gesto vehemente
Y el sol que en tu piel hizo peldaños
Oscurece ante tu mirada silente.
En tu memoria se arrugan hoy recuerdos
Haciendo eco el ahínco y la entrega
El sacrificio que en ti se hizo cuerpo
Que envolvió tu vida hasta cederla.
Sigues el pasado cansado por la vida
Renaciendo en cada nuevo retoño
Y hoy las palmeras te llaman LUCILA
Anunciando en tus días el beso del otoño.
Fueron tus caídas el beso de tu incienso
Como migas de pan para el desposeído
Tu ejemplo y tu afán al descubierto
No permitieron que tu amor fuera vencido.
La humildad reluciente fue tu piel
LUCILA de siempre, de tiempo a tiempo
El trabajo te hizo ejemplo fiel
Imperecedera mujer en el silencio.
Languidece lentamente hoy tu arcilla
En plenitud después de tanto darse
Y tu recuerdo se mece hasta que vibra
Cual mejor insignia o estandarte.
Después del tiempo de tu partida
Florecerán en ti sin ser quimeras
Las semillas que sembraste en tus recuerdos
Como su meta ideal en cada primavera.
No necesite una vida para reconocerte
Me bastaron minutos para apreciar y quererte
Y al final de la plegaria gracias a Dios por tenerte
Como mujer dulce y noble hasta la muerte.
Por lo inmensa que fuiste
Por lo abnegada que ha sido
LUCILA MERCEDES, amiga
Que Dios siempre este contigo!
Seguimos en combate…hasta la victoria siempre!