Jornada de huelgas y manifestaciones en París, sirenas de Policía por los bulevares de Auteuil (entre otras minucias), 20 grados de temperatura en la Pista Philippe Chatrier… y Rafael Nadal ya está en tercera ronda (dieciseisavos) de Roland Garros, donde ha ganado 72 de 74 partidos disputados. Hoy, el triunfo número 72, se saldó con números de paliza: 6-3, 6-0 y 6-3 al argentino Facundo Bagnis después de 104 minutos de actividad en la Chatrier. Así, Nadal ha perdido nueve juegos ante sus dos primeros rivales del torneo, Sam Groth y Bagnis. En esos dieciseisavos, Nadal se cruzará con Granollers, que pasó ronda tras el abandono de Mahut, que adujo problemas en la rodilla, cuando Marcel había dominado el primer set.
Se trata de la victoria número 200 de Nadal en torneos de Grand Slam, el octavo tenista de todos los tiempos que lo consigue.
Entre sirenas errantes, como enloquecidas, Bagnis, al ataque con todo, demarró brillantemente, con ‘break’ sobre el primer servicio de Rafa: 0-2 y 0/30 para el zurdo argentino número 99 del mundo)… que a partir de ahí iba a verse envuelto en una pesadilla de parcial: 14-1 para Nadal hasta el tercer juego del set final.
Básicamente, Nadal masacró el servicio de Bagnis, que solo ganó 46% de puntos con primeros saques y 44% con segundos: y eso que, a 184 km/h de media, la velocidad media del servicio del rosarino (35 errores no forzados) desbordó en 15 kms. los 169 km/h de promedio de Nadal: al que su tío Toni tampoco dudó al animarle con el clásico ‘Vamos, Rafel’. Y eso, en medio de semejantes parciales huracanados…
El caso es que Nadal, persistentemente ceñudo, aún tuvo tiempo de irritarse. Fue justo al final del primer set, cuando uno de sus viejos conocidos, el árbitro francés Pascal Maria, le amonestó por perder tiempo en el saque (el tiempo reglamentario para sacar se fija en 20 segundos en Grand Slam)… cuando Rafa sacaba para cerrar la manga, en el primer punto de set. Nadal falló ese punto, ganó el siguiente… y, cuando el set terminó, sin mirar a Pascal Maria, Rafa murmuró: «Eres muy duro conmigo siempre, Pascal. Siempre. Pero bueno, no pasa nada».
El resto fue el querer y no poder de Bagnis («Vamos, Facu», le griataban desde las tribunas, «vaya día, y eso que parecía un buen día, se fustigaba Facundo), y una despedida bastante anunciada, la del argentino de Rosario. Al ceñudo Nadal le espera Mahut… o Granollers.