Después de la polvareda, Mercedes vivió una película de terror. Un volante contra el suelo, dos cascos que seguían sobre los hombros para ocultar la frustración, Lauda hablando cuando menos convenía, una reunión de emergencia en el paddock, Wolff intentando poner orden… Hamilton y Rosberg habían tenido sus roces antes, pero nunca habían abandonado ambos por un choque entre ellos. Un incidente de carrera que puede traer de vuelta aquella tensión irrespirable que se vivió en el pasado. O no.
Si hacemos caso a las palabras de Rosberg tras los test que cerraron la larga actividad en Barcelona, el golpe que amenaza con enfrentar a dos ejércitos en Brackley ha quedado en un simple roce. Para el alemán está tan olvidado que hasta le extraña que se siga hablando de ello… «Yo ni siquiera pienso más en eso, para mí queda en el pasado y me sorprende que la gente siga hablando de ello. Yo lo entiendo, para mí, sin embargo, se acabó», asegura según recoge ‘Reuters’.
Aunque mostraron frustración por lo acontecido, ninguno de los dos quiso hacer sangre. Nico, a pesar de ver como su más que posible quinta victoria se quedaba en la grava, mantuvo la compostura a sabiendas de que sin el error que hubo con su mapa de motor y que le hizo perder potencia quizá no habría pasado. Por eso, asegura que nada cambiará en su box: «Obviamente, el domingo no fue bien para nosotros, pero nuestra relación sigue igual que antes». Está bien decirlo, pero habrá que comprobarlo…