Rabietas, berrinches y pataletas. Algo habitual en niños entre dos y tres años también se repiten algunas veces en adultos. Y ha ocurrido con la cúpula de Mercedes. El francés Esteban Ocon, miembro del programa de desarrollo de pilotos de la escudería de Stuttgart y a su vez tercer piloto de Renault, estaba anunciado para el segundo día de test de la fábrica de Brackley.
El primero había rodado con el monoplaza galo y el vigente campeón de GP3 estaba encantado con la doble oportunidad. Tanto que ayer al bajarse del Renault alabó el nuevo propulsor francés dando a entender que en el futuro podrán luchar con los mejores: «Os sorprendería. Es realmente bueno. Puedo decir que será más rápido seguro», afirmaba sin quizá valorar que también hablaba del motor que propulsa a Red Bull.
Euforia de Ocon… que se transformó en desilusión bien entrada la noche en Barcelona. Le comunicaban que no se subiría al W07 que domina el Mundial y que sería sustituido por el alemán Pascal Wehrlein, piloto de Manor ya también enrolado en la estructura de desarrollo de Mercedes. ¿La razón? Querían un piloto experimentado para hoy. Curioso que se dieran cuenta de esa circunstancia tras las declaraciones de Ocon y ya en pleno test…
El caso es que la decisión de Mercedes no sólo ha afectado a Ocon y Wehrlein, también a Lewis Hamilton. Por delante, hay otras dos jornadas de test durante la temporada, tras el GP de Gran Bretaña en Silverstone, y allí el tricampeón del mundo tenía un día reservado… que ha perdido. La normativa obliga a que dos de las cuatro jornadas (sumando estas dos de Montmeló con las dos de julio del circuito inglés) deben ser para jóvenes que no hayan competido en dos o más grandes premios del Mundial. Por tanto, Mercedes no podrá subir a Hamilton en Silverstone. Daños colaterales lo llaman.