Era su sexta carrera, no había tenido mucha suerte en las anteriores con tres abandonos y una sola cita en los puntos, y entonces le llegaban los guardarrailes más famosos del automovilismo. Se enfrentaba a Mónaco, el trazado más exigente del calendario, y Verstappen lo estaba superando con muy buena nota hasta que llegó aquel muro… Santa Devota y Grosjean. Se tiró en la frenada de la primera curva para seguir con su magnífica progresión y acabó estampado.
Pero este año, la cita del Principado de la próxima semana le llegará en un momento de forma inmejorable. Como recién nuevo piloto de Red Bull y, más importante, como el ganador de la última carrera en España. Su motivación está al máximo, sólo tiene el champán como objetivo y los fantasmas del pasado no le frenarán: «Eso (por su golpe en 2015) no va a pasar otra vez. He aprendido la lección. Ahora que he probado la victoria quiero más, y conseguiré algunas».
Al holandés no le importa reconocer que sin la fortuna que tuvo en Montmeló con el incidente entre los Mercedes y la mala estrategia que siguieron Ricciardo y Vettel no habría ganado, pero no resta importancia a su meritoria actuación. «Mi primera victoria en España fue increíble. Todavía no puedo creerlo. Está bien, tuve poco de suerte, pero aun así hay muchos grandes pilotos que tienes que superar para ganar», dice Max en palabras recogidas por el ‘Daily Star’.
Allí, en Barcelona, vivió un sueño que todavía le cuesta creer, pero Verstappen ya forma parte de la élite de la parrilla y se ve como tal. Le encanta el reto de Mónaco y apunta a lo más alto: «En Mónaco me siento como en casa. Me encantan los circuitos urbanos. Es difícil adelantar aquí, como descubrí el año pasado cuando lo intenté y acabé en el muro, pero eso no me desanima para intentar dar lo mejor para lograr otra victoria o al menos un lugar en el podio». Está desatado. El espectáculo está servido.