Escáneres

Grisbel Medina R.
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El presidente de la JCE, Roberto Rosario, debe estar muy feliz. Y tomarse un largo descanso, patas arriba, a lo Eduardo Galeano. El día de las elecciones, pese a la tardanza del inicio, a los supuestos 3,000 técnicos renunciantes a escasas horas de la votación, se mostró relajado ante las cámaras e intentaba maquillar su rostro con el tono de la ironía. Se sentía ganado. Él más que nadie conocía las razones.

Tal vez por eso comenzó a publicar antes, violando el convenio de primero contar manual. La JCE es su dependencia y allí se comportó como dueño de casa, haciendo lo que le vino en gana. El 15 de mayo en la noche, al anunciar la ventaja del presidente Medina apelaba a herir la moral y lacerar la autoestima del más cercano contendor. Por eso el plan B fue desinflar el ímpetu del candidato PRM para que sus delegados desesperanzados desistieran del proceso y no llegaran hasta el final. Y soltaran valijas y dejaran eso así.

Cinco días después se sigue contando votos. Y el presidente de la JCE, históricamente tendenciado hacia el partido de gobierno, ya no recuerda la cantidad de saliva con la que defendió el voto electrónico y el uso de escáneres a sabiendas de que no todos los espacios para instalar colegios electorales estaban provistos de lo mínimo para operarlos. ¿1,500 millones en escáneres? Y siga sumando, que esa fosa de gasto en arrogante publicidad, el coste de la reelección, la basura en vallas, gasolina y asfalto a la carrera, terminará pagándola el deprimido bolsillo del pueblo dominicano. Yo solo espero que al menos uno de los 3,000 supuestos renunciantes sea identificado y si acaso le toque un día de cárcel.

Roberto Rosario debe estar muy feliz. Él más que nadie conoce las razones.