Por el Ing. Leonardo Sánchez
Años atrás, a la mayoría de la sociedad consiente le preocupaba el fantasma del fraude electoral, porque, con diversos y burdos métodos, se burlaba la voluntad popular expresada en las urnas
Hoy las cosas han cambiado.
Los métodos para asegurar la continuación en el poder a cualquier gobernante pragmático, carente de escrúpulos, y capaz de ingerir cualquier escualo putrefacto, puede hacer uso de métodos que pudieran parecer sofisticados, pero, al ser ejecutados de manera draconiana, siguen siendo tan burdos y obvios como los de antaño.
Y el viejo fantasma, surge redivivo.
Un Calígula de nuevo cuño, descubierto en su accionar parcializado, aparentando ceder ante lo obvio, y por la presión de la moral importada, termina imponiendo su voluntad, que era la voluntad de aquellos que, por cualquier medio, necesitaban mantener el control total del aparato gubernamental.
Hay corrupción y sangre en su apuesta, más un banquillo en juego.
Así, se impuso, no solo el escrutinio electrónico de los sufragios, sino la trasmisión de unos resultados llamados “preliminares” y sin valor legal, que, en la práctica, fueron creando las tendencias necesarias para desatar el triunfalismo, que buscaba desmoralizar a los responsables de realizar el proceso manual, portador del valor legal del certamen.
Y, arrogante, como nunca ha dejado de ser, Calígula Rosario, mostraría desafiante y henchido de ese poder corruptor, la justificación previa, aprobada por el llamado TSE, que le “obligaba” a actuar como siempre ha deseado actuar en favor de su parcela política.
Y agitó su justificación previa, como una puta de la calle agita su certificado de salud que muestra que está sana, pero sigue siendo puta.
Así, el conteo electrónico, fue impuesto por encima de todos los acuerdos y la difusión de sus resultados, también impuesta, a la vez que se obstaculizaba en los colegios electorales el conteo manual, el cotejo de los resultados y la transmisión de cualquier resultado proveniente del conteo manual que se ampara en la ley.
Entonces, como no podía ser de otra manera, el presidente candidato a la reelección, no solo es reelegido, sino reelegidos “su congreso y sus ayuntamientos”.
Y el fantasma del fraude ha salido a pasear una vez más.
Producto de nuevos métodos que, queriendo ser sofisticados tecnológicamente, se suman a los viejos métodos de la dislocación de votantes, la compra de cédulas y la intimidación y agresión de militantes de partidos contrarios o sospechosos de serlo.
Porque, implementando las nuevas tecnologías de identificación, escrutinios y transmisión On line, así como también, el voto asistido a los discapacitados y envejecientes, se descuidaron, imprudente y deliberadamente, los entrenamientos al personal que iba a manejar los equipos.
Y, para ocultar la desorganización y la falta de entrenamiento en el manejo de la tecnología, se produjo la sospechosa “renuncia” de varios miles de los llamados “técnicos”.
Y, como aquí todo se usa políticamente, inmediatamente tuvo la oportunidad, la honorable y respetadísima, su excelencia la vicepresidenta, se atrevió a acusar al “punching bag” de la oposición de haber provocado la renuncia de los técnicos.
Porque, la osadía no tiene límites, más cuando se siente desbordada por el poder desmedido, mirando de soslayo al 2020 ya en abierta campaña.
Tampoco hay que olvidar que muchos de los equipos nunca llegaron a algunos colegios electorales, mientras que, en otros, aunque llegaron, fueron dejados empaquetados tal como llegaron.
Así mismo, buscando dar la impresión de apertura y flexibilidad, se hizo el anuncio por los medios de comunicación de la extensión de una hora más al proceso de votación, pero realizado en el último momento y sin comunicarlo a los centros donde se llevaría a cabo.
Resultado en una flexibilidad simulada. Creando otra fuente de distorsiones, en lugar de compensar los atrasos en el inicio de las votaciones, porque ninguno o muy pocos colegios electorales llegaron a poner en práctica la medida.
Porque la mayoría, ya había iniciado el proceso de escrutinio, y los accesos a los votantes habían sido cerrados.
Y, con tantos indicios y despropósitos adrede, el viejo fantasma no podía quedarse en el olvido del pasado.
Vino a recordarnos por qué, en el país hubo elecciones separadas y colegios cerrados. También, por qué se han gastado recursos ingentes en un documento de identidad y electoral con “todas las posibilidades” de seguridad.
También, han salido a relucir los “palitos” en las actas, una práctica también del pasado que se creía superada.
Y, de la misma forma que antes se priorizaba el cotejo y escrutinio de los centros obviamente favorables al oficialismo, ahora se ha creado esa impresión de manera automática, mostrando la misma tendencia en todas las posiciones, excepto en el nivel municipal del Distrito Nacional, por una obvia conveniencia dentro de la lucha grupal y la imposición de criterios por alguna de las grandes fortunas.
Pero, el fantasma del fraude, fue despertado, principalmente por el empecinamiento en usar una tecnología que no había sido probada satisfactoriamente.
Por eso nadie, que no sea beneficiario, cree en sus resultados.
Porque, por las razones que fueran, todas las pruebas que se realizaron resultaron insatisfactorios, por no decir que fueron rotundos fracasos.
Pero, la tozudez de Calígula Rosario, impuso su uso, aun a riesgo de la vergüenza nacional, por haber acordado una cosa con sus propios invitados, y hacer todo lo contrario a lo acordado.
Y el fantasma ha despertado y no quiere volver a su sueño, desde que fue sacudido por un “memory stick” desde el proceso anterior, porque no importa como usted haya votado, el conteo siempre va a favorecer al beneficiario del software troyano portador de algoritmos especiales que están destinados a calcular el 60 % de un ganador predeterminado.
Y ahora, aunque llueve sobre mojado, no hay forma de hacer que el fantasma del fraude, vuelva al destino de donde no debió haber salido nunca.
Y lo peor es que, quien lo ha despertado, es aquél que nunca debió abrirle las puertas cuando tocaba para entrar.
El fraude se ha hecho, y hay que ver hacia donde habrá que tirar las piedras ahora, aunque nunca admitan que se les fue la mano.
Por más que la puta callejera agite su certificado de salud electoral.