De no acabar cubiertos de oro al final del Mundial en Abu Dhabi, serían ocho años sin ganar, demasiados para un equipo como Ferrari en el que ganar lo es todo. Después de dar un gran paso en la buena dirección en 2015, para esta temporada tienen el objetivo de incomodar más a Mercedes, algo que aún no han hecho. Son rápidos, pero no han concretado su mejoría en carrera. La presión por obtener resultados no puede ser más alta y su principal arma, Sebastian Vettel, lo sabe.
El alemán ve normal esa necesidad de ganar y él mismo es el primero que se presiona para conseguirlo: «Creo que hay un sentido de presión natural, especialmente de mí mismo. Ha habido carreras en las que estaba contento y otras en las que sé que no hice el mejor trabajo posible. Las expectativas desde el exterior no son tan altas como lo son desde el interior, pero al acabar segundo el año anterior es la progresión natural en lugar de decir que queremos hacer lo mismo o ser terceros».
«No tuvimos las tres primeras carreras que buscábamos, pero hemos demostrado que estamos en una mejor posición que el año pasado. Dijimos muchas veces que estamos mucho más contentos con el coche, nos da más espacio para jugar, así que estamos en el camino correcto, por lo que no estoy demasiado preocupado. Se trata de poner todo junto. No esperamos tener una carrera afortunada, estamos trabajando muy duro para crear ese éxito», aseguraba el tetracampeón en Sochi.
Además de repasar la situación de Ferrari, tuvo que volver a comentar su encontronazo con Kvyat en China, algo que ya le cansa: «Estamos compitiendo, fue un incidente de carrera. Me sorprende que siga siendo noticia. No sabía que estaba la cámara, pero no cambiaría nada, diría lo mismo. Después de la carrera estás caliente y a veces dices cosas que después no dirías igual, pero en esa situación lo dije así. No creo que dijera algo malo, me llevo bien con él». Tema zanjado, ahora la preocupación es otra…