En las Grandes Ligas viven una época que le pertenece a las jóvenes estrellas
Las Grandes Ligas están viviendo un cambio generacional con la inyección de jóvenes talentosísimos cuyas edades no rebasan de los 25 años.
Esta nueva ola que domina el beisbol en la actualidad puede atribuirse a varios factores. Uno de ellos es fortuito y tiene que ver con la coincidencia en tiempo de muchos peloteros de primer nivel, algo tan normal como que en otros momentos la camada de jugadores no siempre sea tan buena.
No obstante, el dominio actual que van imponiendo los más jóvenes es consecuencia directa de la lucha contra el uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento deportivo. Si bien es una guerra que nunca terminará, el interés de MLB para atacar a los tramposos ha dado resultados y cada vez son menos (al parecer) los que acuden al engaño para sobresalir.
Y parte de ese engaño era la extensión de las carreras deportivas a edades inusuales, donde lo normal es que comience un declive natural.
Así vimos a Barry Bonds disparar sospechosamente 73 jonrones en una temporada a los 37 años de edad, por solo citar un ejemplo de muchos que abundaron en la era de los esteroides.
En esta época postesteroides, el beisbol le pertenece a los jóvenes, aquellos con más reflejos para reaccionar a envíos que llegan a casi 100 millas por hora en fracciones de segundos hasta el plato.
Por supuesto, hay sus excepciones, pero solamente unos pocos elegidos por los dioses del beisbol pueden seguir derrochando su talento cuando la mayoría de sus compañeros de generación ya vieron pasar sus mejores momentos.
Pero no todos los días salen los Ichiro Suzuki, David Ortiz o Adrián Beltré, que consiguen competir con la sangre fresca que viene como un tsunami a reclamar los puestos cimeros del mejor beisbol del mundo. Lo cierto es que estamos siendo testigos del nacimiento de una generación brillante, que tiene posiblemente en Bryce Harper y Mike Trout a sus dos principales exponentes en MLB
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