Sin respiro. Ni para los pilotos, ni para los espectadores, ni para el realizador de la carrera, que seguro que no daba abasto para señalar con el dedo cada monitor en el que había un adelantamiento, un toque, una parada en boxes o un alerón pegado a otro. Es difícil recordar un gran premio tan frenético y con tanto intercambio de posiciones que este tercero del 2016 en China. Un lujo para la vista, pero un lío para el entendimiento.
Desde una salida en la que sucedieron los encontronazos entre los Ferrari y Hamilton con un Sauber, pasando por la salida del Safety Car a causa de la suciedad de la pista que dejaron, y la consiguiente estampida en el pit lane, provocaron una situación ideal para tener un domingo lleno de acción. Con todos en fila y una variedad estratégica en la media de esta temporada, los cambios en la clasificación fueron continuos hasta que las posiciones se estabilizaron en las últimas vueltas.
Como muestra, el lap chart que la cuenta oficial de la Fórmula 1 compartía en ‘Twitter’ al apagarse los motores. Un auténtico lío de líneas de colores subiendo y bajando que llevaría horas, o incluso días, descifrar. El único seguimiento que no vuelve loco a nuestros ojos es el de Rosberg, líder desde la segunda vuelta. Los demás componen un laberinto que ni Dédalo hubiera imaginado para encerrar al Minotauro. Un caos que es un perfecto sinónimo de lo que deparó la carrera, y de lo que la disfrutamos…