Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista, Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista, Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío, Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.” Martín Niomoller
Santo Domingo, RD.- La democracia, resultado de muchas luchas del pueblo dominicano durante muchos años, por la cual ha pagado un precio muy alto en sangre, dolor y luto, está cada día más en peligro debido a las ambiciones desproporcionadas del presidente Danilo Medina. Muchos no lo creen. Cuando se enteren tal vez sea demasiado tarde para recapacitar. Ya tendremos al “Trujillo del Siglo XXl” debidamente instalado no solo en el Palacio Nacional, sino en todo el país.
No vamos hacia “una dictadura de partido”, vamos hacia la dictadura de un hombre que, como él mismo ha confesado, es capaz de comerse un tiburón podrido y echar al zafacón los principios; un hombre que dijo reiteradamente que solo quería cuatro años para gobernar y ahora quiere otros cuatro. Y de ahí en adelante que sea la providencia quién decida.
Mi preocupación está fundada en los hechos, no suposiciones o conjeturas esquizofrénicas. Danilo cuando fue derrotado por Leonel Fernández denunció que el Estado lo había vencido. Luego, años más tarde, cuando se vio posesionado en la presidencia de la República, hizo que el Estado derrotara en varias ocasiones a su archirrival en el PLD. Ahora que busca la reelección, está utilizando los recursos de ese mismo Estado para aplastar a la oposición.
Hizo un pacto con el ex presidente Fernández para colocarle “candados” a la Constitución para impedir que dentro de cuatro años, “por necesidad”, porque “el pueblo lo pide a gritos” o por lo que sea, Danilo vuelva a comprar otra reelección. Danilo no ha cumplido, ni cumplirá el pacto. Los hechos dicen que de imponerse en mayo próximo intentará quedarse indefinidamente en el poder.
Ha declarado sin sonrojarse, que quiere un dominio total y absoluto del Congreso. Cuando lo escuché un frío de espanto recorrió todo mi cuerpo. Y me llené de miedo. “Otro dictador. Nos jodimos si gana”, comenté.
“Aquí no se puede inventar. No se lleven del cuento de una dictadura de partido. Un presidente que no tiene Congreso, no lo dejan gobernar. Yo necesito mi Congreso”, dijo. (En los países democráticos el contrapeso en el Congreso es lo más aconsejable)
Danilo no quiere contrapeso, no quiere controles ni cuestionamientos. Entiende que el Congreso actual, que no le ha negado ningún préstamo, que no le ha rechazado ningún proyecto de ley, no es suyo. Lo comparte con Leonel, cosa que no quiere.
Luego querrá: “Mi Justicia”. Y será pronto si logra repostularse, pues una buena parte de los jueces de las “altas cortes” tendrán que ser sustituidos. Los tres poderes del Estado, incluyendo los fácticos, serán suyos, de su propiedad y de nadie más.
Podrá hablar posteriormente de “mi Palacio Nacional, mi Congreso, mi Justicia, mi Policía Nacional, mis Fuerzas Armadas, mi Junta Central Electoral, mi Tribunal Superior Electoral, mi Cámara de Cuentas, mi prensa, mis periodistas, mi PLD, mi país”. Todo será suyo, como lo fue durante más de 30 años de Trujillo.
¿Ahora díganme si no tengo razones más que suficientes y valederas para temerle a Danilo Medina?
¿Díganme si la democracia no va por mal camino y junto con ella la libertad y la justicia? ¡Cuidado! ¡Peligro!
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