Santo Domingo, RD.- Un sentimiento de cambio se apodera cada día más del pueblo dominicano. La gente está harta de tantas promesas incumplidas, de tantas mentiras, tantos abusos, tantos atropellos, tanta corrupción y tanta impunidad; harta de tantos saqueos y robos del patrimonio de todos; la gente no quiere más al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en el gobierno, y quiere ver otros rostros, otros dirigentes dirigiendo y conduciendo el país.
No más Danilo Medina, no más Margarita Cedeño, no más Reinaldo Pared Pérez, no más Roberto Salcedo, no más Felucho Jiménez, no más Monchy Fadul, no más Francisco Domínguez Brito, no más Héctor Valdez Albizu, no más Jaime David Fernández Mirabal, no más Bautista Roja, no más Alejandrina German, etc., no más botellas y botellones, no más nóminas clandestinas y nominillas corruptas. ¡No más PLD!
El sentimiento de cambio crece como la marea entre hombres y mujeres en todo el territorio nacional amenazando con convertirse en un Tsunami político-electoral capaz de arrasar con fuerza inusitada al hombre de los tiburones podridos y los principios tirados al zafacón junto con todo lo que representa.
No importa que Danilo invierta miles de millones de pesos en propaganda y publicidad, que abarrote los medios de comunicación con mentiras y falsedades enumerando logros gubernamentales que no han ocurrido. El pueblo sabe que esa publicidad miente. La saturación publicitaria torna contraproducente, como está sucediendo actualmente. Los expertos lo dicen.
No importa que ahora, porque estamos en campaña electoral, el gobierno asfalte todas las calles y los callejones de los barrios, que tapen hasta los hoyos de los cementerios, que ofrezcan un país digital y una órbita celestial, la gente sabe que es pura demagogia. Podrán prometer el cielo y las estrellas, un paraíso en la luna, la gente no le cree a Danilo ni al PLD, pues en 20 años que pronto tendrán en el poder no han resuelto uno solo de los problemas nacionales a pesar de haber manejado más dinero que todos los gobiernos juntos desde la fundación de la República.
Podrán recorrer el país con 500 o mil vehículos de lujo (una caravana móvil) rotulados de morado y amarillo con la cara famélica de Danilo, mientras reparten billetes de 500 y hasta de dos mil pesos para comprar la voluntad popular. La gente se siente indignada y abusada cuando ve toda esa parafernalia.
Podrán salir con todos los camiones del Inespre, con las patanas del Plan Social de la Presidencia, con los furgones de los comedores económicos, con las tarjetas solidaridad, los bono gas, los bono luz y todos los demás bonos de la miseria, la gente cogerá cuanto le den y luego votarán por el cambio.
Luís Abinader y Carolina Mejía le están imprimiendo confianza y seguridad al pueblo que en mayo saldrá a votar masivamente por el cambio.
Las encuestas cerradas, las que se realizan con el voto secreto depositados en urnas no mienten: La gente tomará todo cuanto el gobierno le dé, pero al final la conciencia, el empoderamiento del cambio se verá cuando se cuenten los votos.
El sentimiento de cambio se convertirá en una realidad el día de las elecciones, porque cuando un pueblo decide cambiar el curso de su historia, cuando decide labrarse un destino, no hay fuerza capaz de impedirlo. Las armas, las bayonetas, la represión, ni el uso de los recursos del Estado, podrán impedir el cambio.
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